El Amor en el Pueblo de las Nubes



Érase una vez un pequeño pueblo llamado Nublia, donde las nubes eran tan suaves que la gente siempre las miraba con deseo. Este pueblo estaba ubicado en una ladera de montañas que parecía abrazar el cielo. Sus habitantes eran amables y siempre ayudaban a los demás, pero había un pequeño problema: cada uno de ellos estaba enamorado de alguien que vivía en un pueblo lejano, llamado Rocián, donde la lluvia jamás cesaba.

Una mañana soleada, dos amigos inseparables, Lila y Bruno, decidieron que ya era hora de hacer algo al respecto. Lila, una niña rubia con ojos claritos, tenía un profundo amor por un chico llamado Tomás, que vivía en Rocián. Mientras que Bruno, un niño moreno y soñador, estaba locamente enamorado de una chica llamada Sofía, también de Rocián.

"Lila, deberíamos ir a Rocián y contarles a Tomás y Sofía lo que sentimos" - dijo Bruno, emocionado.

"Sí, pero el camino es largo y lleno de desafíos. Podría ser peligroso" - respondió Lila, dudosa.

A pesar de eso, ambos amigos decidieron que el amor merecía el esfuerzo. Así que empacaron algunas cosas y partieron hacia el pueblo de la lluvia.

El camino era complicado. Tuvieron que cruzar un río caudaloso. Lo intentaron varias veces, pero el agua era demasiado fuerte.

"¿Qué haremos ahora? No podemos volver a Nublia sin intentar" - dijo Bruno, frustrado.

De repente, Lila tuvo una idea brillante.

"Podríamos construir una pequeña balsa. Con algunas ramas y hojas, podríamos cruzar el río juntos".

Así lo hicieron. Recolectaron ramas y hojas grandes, y después de mucho esfuerzo, lograron hacer una balsa. Al navegar, se sintieron como auténticos aventureros. Pero mientras navegaban, una nube oscura cubrió el cielo.

"No puedo creerlo, nos va a llover" - exclamó Bruno, asustado.

Sin embargo, para su sorpresa, la lluvia no era tan mala como pensaban, y gracias a la lluvia, el río se calmó, y lograron cruzarlo más rápido. Cuando llegaron a la orilla, ya no había ninguna nube oscura en el cielo, ¡todo era brillante!

Más tarde, cuando alcanzaron Rocián, Lila y Bruno estaban felices, pero nerviosos. En el centro del pueblo, se fueron a un hermoso parque lleno de flores y árboles frutales. Allí encontraron a Tomás y Sofía.

"¡Tomás!" - gritó Lila, agitando la mano.

"¡Sofía!" - añadió Bruno, lleno de emoción.

Los dos chicos se acercaron.

"¡Vinieron de Nublia!" - exclamó Sofía.

Se presentaron y compartieron sus sentimientos.

"Lila, yo siempre te he visto desde la distancia y pensé que nunca me atrevería a hablar contigo" - confesó Tomás.

"¡Yo también!" - señaló Lila, sorprendida.

Por su parte, Bruno se dio cuenta que también había algo especial entre él y Sofía. Ellos pasaron la tarde juntos, explorando el pueblo, riendo y disfrutando de la compañía mutua. Pero llegó el momento de regresar.

"No quiero volver a Nublia sin saber qué va a pasar entre nosotros" - le dijo Bruno a Lila.

"Tal vez podamos crear algo especial" - sugirió Lila, con una sonrisa brillante.

Fue entonces que se les ocurrió una idea maravillosa: cada semana podrían escribir cartas y enviarlas a través de un guapo pajarito mensajero llamado Pico, al que habían visto jugando en el parque.

Así, al despedirse, Lila y Bruno se aseguraron de tomar las direcciones correctas.

"Pico, tendrás una tarea importante" - dijo Lila.

"¡Sí! Me aseguraré de que sus cartas lleguen!" - prometió el pajarito.

Al regresar a Nublia, cada uno de ellos se sentía más conectado que nunca. Las cartas comenzaron a llegar, llenas de historias, dibujos y palabras de amor. Pronto, no solo Lila y Bruno estaban enamorados, todos los habitantes de Nublia y Rocián comenzaban a unirse mediante cartas y amistad.

El pueblo lejano dejó de ser solo un amor imposible. Nublia y Rocián comenzaron a planear una gran reunión que celebraría la amistad y el amor que habían cultivado.

Finalmente, realizaron un día de fiesta donde ambos pueblos se encontraron, celebrando juntos bajo un cielo despejado. Lila y Tomás, Bruno y Sofía, bailaron y rieron con todos, y se dieron cuenta de que a veces, el amor verdadero requiere valentía y creatividad.

Desde entonces, el amor floreció entre los dos pueblos, y las cartas continuaron volando de un lado a otro. Lila y Bruno aprendieron que, con una chispa de valentía y el apoyo de los amigos, cualquier sueño puede volverse realidad.

FIN.

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