El Amor en Flor y Arbol



Había una vez dos reinos vecinos: el Reino de las Flores y el Reino de los Árboles. Estos dos reinos eran muy diferentes en muchas formas, pero también compartían muchas similitudes.

Aunque sus habitantes vivían en armonía y paz, existía una regla estricta que prohibía cualquier relación amorosa entre personas de ambos reinos. En el Reino de las Flores reinaba la bella princesa Margarita.

Era conocida por su gracia y belleza, pero también por su corazón bondadoso y su amor por la naturaleza. En el Reino de los Árboles, gobernaba el apuesto príncipe Roble. Era valiente y fuerte, pero también tenía un gran respeto por todas las criaturas del bosque.

Un día, mientras paseaba por los límites del reino, la princesa Margarita se encontró con el príncipe Roble sin darse cuenta de su procedencia. Ambos quedaron cautivados al instante por la belleza del otro y comenzaron a hablar animadamente sobre sus pasiones compartidas.

"¡Qué hermosas flores tienes en tu cabello! Eres realmente encantadora", dijo el príncipe Roble con una sonrisa. "Gracias, noble caballero. Tus ramas son tan majestuosas como ninguna otra", respondió la princesa Margarita con timidez.

A medida que pasaban más tiempo juntos, su amistad se convirtió en algo más profundo. Sin embargo, pronto descubrieron que provenían de diferentes reinos y que estaba prohibido enamorarse entre ellos. Ambos sabían que debían mantener su amor oculto para evitar consecuencias desfavorables.

Se encontraban en secreto, bajo la sombra de un gran árbol, donde podían hablar y compartir sus sentimientos sin ser descubiertos.

"Oh, mi amado príncipe Roble, cómo desearía que las barreras entre nuestros reinos no existieran", suspiró la princesa Margarita con tristeza. "Mi dulce princesa Margarita, aunque nuestras tierras estén separadas por reglas antiguas, nuestro amor puede superar cualquier obstáculo", respondió el príncipe Roble con determinación.

Juntos decidieron buscar una solución para poder estar juntos sin violar las reglas de sus reinos. Decidieron escribir una carta a los reyes de ambos reinos explicando su amor y pidiendo permiso para casarse. La noticia se extendió rápidamente por todo el Reino de las Flores y el Reino de los Árboles.

Muchos habitantes apoyaron su amor y comenzaron a pedir a los reyes que cambiaran las reglas obsoletas. Los reyes se reunieron para discutir la situación y finalmente llegaron a un acuerdo.

Se decidió que Margarita y Roble podrían casarse siempre y cuando trabajaran juntos para unir aún más a sus dos reinos. Juntos construirían hermosos jardines donde flores y árboles crecerían en armonía.

El día del matrimonio llegó finalmente y fue una ceremonia llena de alegría y emoción en ambos reinos. La princesa Margarita se convirtió en la princesa del Reino de los Árboles mientras que el príncipe Roble se convirtió en el príncipe del Reino de las Flores.

Juntos, Margarita y Roble cumplieron su promesa de unir a sus dos reinos. Trabajaron incansablemente para crear jardines llenos de flores y árboles donde todos pudieran disfrutar de la belleza de la naturaleza sin importar su origen.

Y así, el amor prohibido entre dos reinos se convirtió en un símbolo de esperanza y unidad. La historia de Margarita y Roble inspiró a muchos a luchar por lo que creían y demostró que el amor verdadero puede superar cualquier barrera.

Desde entonces, los habitantes del Reino de las Flores y el Reino de los Árboles viven en paz y armonía, recordando siempre la valentía y determinación de sus amados gobernantes. Y aunque cada uno tiene su propio territorio, todos saben que están conectados por un amor inquebrantable.

FIN.

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