El amor en Marcapomacocha
Rosa y Eduardo se encontraron en un viaje a Marcapomacocha, una pequeña ciudad rodeada de montañas nevadas. Rosa era una niña curiosa y aventurera que había ido con su familia para explorar las maravillas naturales del lugar.
Eduardo, por otro lado, era un niño tímido que había ido con su abuela para visitar a sus parientes. Un día, mientras Rosa exploraba los alrededores del pueblo, se topó con Eduardo sentado solo en una roca mirando hacia las montañas.
Rosa se acercó y le preguntó si quería jugar a la pelota con ella. —"Hola" , dijo Rosa sonriendo. Eduardo levantó la vista y respondió tímidamente: —"Hola" . "¿Quieres jugar a la pelota conmigo?", preguntó Rosa emocionada.
Eduardo dudó por un momento pero luego aceptó. Rosa y Eduardo pasaron horas jugando juntos ese día. Descubrieron cuevas escondidas entre las rocas y treparon hasta el punto más alto de una colina cercana para ver el paisaje desde arriba.
Se divirtieron tanto juntos que prometieron volver a encontrarse todos los días durante el resto de su estadía en Marcapomacocha. Con el tiempo, Rosa y Eduardo se convirtieron en los mejores amigos.
Compartían todo lo que tenían: comida, juguetes e historias divertidas sobre sus vidas en casa. A medida que pasaban los días, también comenzaron a desarrollar sentimientos románticos el uno por el otro.
Una noche estrellada, mientras caminaban juntos bajo la luz de la luna llena, Eduardo tomó valor y le dijo a Rosa cómo se sentía. "Rosa, eres mi mejor amiga en el mundo y no puedo imaginar mi vida sin ti. ¿Te gustaría ser mi novia?".
Rosa quedó sorprendida por la declaración de Eduardo, pero también sintió lo mismo que él. Con una sonrisa radiante, respondió: "Sí, Eduardo, yo también te quiero como más que un amigo". A partir de ese momento, Rosa y Eduardo comenzaron su relación romántica.
Pasaron los días juntos explorando Marcapomacocha con una nueva perspectiva llena de amor. Sin embargo, pronto descubrieron que sus familias tenían planes diferentes para ellos.
La familia de Rosa quería llevarla a casa temprano para prepararla para su primer día en la escuela secundaria. La familia de Eduardo también tenía planes para llevarlo a casa antes del final del verano. Cuando llegó el día en que debían separarse, ambos estaban muy tristes.
Se prometieron mantener contacto por teléfono y escribirse cartas con frecuencia. Durante su tiempo separados, Rosa y Eduardo aprendieron mucho sobre el valor de la comunicación sincera y la importancia del compromiso en las relaciones duraderas.
A medida que pasaba el tiempo y las cartas se hacían cada vez más frecuentes entre ellos, decidieron hacer todo lo posible por mantener viva su relación. Finalmente llegó el momento en que pudieron volver a verse nuevamente después de varios meses separados.
Se reunieron en Marcapomacocha donde habían pasado juntos aquellos momentos inolvidables durante aquel verano mágico. Juntos volvieron a trepar al punto más alto de la colina cercana donde habían disfrutado de una vista espectacular. Allí, Eduardo se arrodilló y le propuso matrimonio a Rosa.
"Rosa, eres la persona más importante en mi vida y no puedo imaginar mi futuro sin ti. ¿Quieres casarte conmigo?". Rosa estaba emocionada por la propuesta de Eduardo.
Con lágrimas en los ojos, respondió: "Sí, Eduardo, me encantaría casarme contigo". Desde ese día en adelante, Rosa y Eduardo siguieron juntos explorando el mundo como pareja.
Aprendieron que el amor verdadero es una aventura constante llena de giros inesperados pero que siempre vale la pena perseguirlo con valentía y compromiso.
FIN.