El amor en trazos



En una escuela muy especial, Frida, una niña de sexto año, se había enamorado perdidamente de Fabricio, un niño de quinto año.

Desde el primer día que lo vio en el patio del colegio, sintió mariposas en el estómago y su corazón latía más rápido cada vez que él pasaba cerca. Fabricio era un chico muy simpático y divertido, pero por alguna razón desconocida para Frida, no parecía corresponderle en sus sentimientos.

Cada vez que ella intentaba acercarse para hablarle o jugar juntos, él siempre encontraba una excusa para irse con sus amigos. Frida no entendía qué estaba haciendo mal.

Habló con sus amigas y le dieron consejos como regalarle dulces o invitarlo a jugar a la hora del recreo. Pero nada parecía funcionar. Fabricio seguía sin prestarle atención.

Un día, decidida a conquistar su corazón de una vez por todas, Frida se armó de valor y se acercó a Fabricio en el patio durante el recreo. Él estaba solo mirando hacia el cielo azul. "¡Hola Fabricio! ¿Quieres jugar al fútbol conmigo?" -dijo Frida con una sonrisa nerviosa.

Fabricio la miró sorprendido por un momento y luego respondió con sinceridad: "Lo siento Frida, pero no me gusta mucho el fútbol. Prefiero dibujar. "Frida quedó desconcertada por su respuesta inesperada. No sabía qué hacer ahora que su plan inicial había fracasado. Sin embargo, decidió escuchar lo que tenía que decir Fabricio.

"¿Dibujar? ¡Eso es genial! A mí también me encanta dibujar" -respondió Frida tratando de encontrar algo en común entre ellos.

Fabricio sonrió tímidamente y sacó de su mochila un cuaderno lleno de hermosos dibujos que había hecho durante las clases aburridas. Comenzaron a hablar sobre sus pasiones compartidas por el arte y descubrieron que tenían mucho más en común de lo que pensaban. Con el paso de los días, Frida y Fabricio se convirtieron en grandes amigos.

Descubrieron juntos nuevos hobbies e intereses mientras compartían risas y confidencias bajo la sombra del árbol del patio escolar. Finalmente, un día soleado después de clases, Fabricio tomó la mano de Frida y le dijo: "Gracias por mostrarme tu mundo, Frida.

Eres una amiga increíble. "Frida sintió mariposas revoloteando nuevamente en su estómago pero esta vez era diferente. Se dio cuenta de que la verdadera amistad vale mucho más que cualquier amor no correspondido.

Y así, entre risas y juegos compartidos bajo el sol radiante, Frida comprendió que las mejores historias muchas veces comienzan como un desafío inesperado pero terminan siendo las más hermosas aventuras vividas junto a aquellos que realmente valoran nuestra compañía.

FIN.

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