El amor encontró un hogar



Había una vez un niño llamado Lucas, quien vivía con sus padres en un pequeño pueblo. Todo era felicidad en su hogar hasta que un día sus padres comenzaron a tener problemas y decidieron separarse.

Esto causó mucha tristeza en Lucas, quien no entendía por qué sus padres ya no podían estar juntos. Lucas se sentía muy solo y pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en su habitación.

Sus amigos lo invitaban a jugar afuera, pero él siempre decía que no quería salir. En cambio, insistía en pasar todo el tiempo posible con sus padres para verlos juntos una vez más. La madre de Lucas, llamada Carolina, se preocupaba mucho por él.

Sabía que la relación con su padre era tóxica y no quería exponer a su hijo a esa mala vida que le daba su pareja.

Sin embargo, tampoco quería verlo tan triste y decidida a entender mejor los sentimientos de Lucas, decidió hablar con él. Un día, Carolina se sentó junto a Lucas y le preguntó: "Lucas, cariño, entiendo que extrañes vernos juntos como antes.

Pero debes saber que tu padre y yo hemos tomado esta decisión porque creemos que es lo mejor para todos". Lucas miró a su mamá con lágrimas en los ojos y respondió: "Pero mamá, quiero tener una familia feliz otra vez".

Carolina abrazó tiernamente a Lucas y le dijo: "Querido hijo, sé que esto es difícil para ti y te prometo hacer todo lo posible para asegurarme de que sigas siendo feliz. A veces las cosas tienen que cambiar para mejorar".

Lucas se sintió un poco más tranquilo después de hablar con su mamá, pero aún deseaba ver a sus padres juntos. Fue entonces cuando Carolina tuvo una idea brillante. Un día, Carolina reunió a Lucas y a su padre, llamado Martín, en el salón de la casa.

Les dijo: "Chicos, he estado pensando mucho sobre cómo podemos hacer que Lucas se sienta mejor sin tener que volver atrás en nuestra decisión". Martín asintió y preguntó: "¿Qué tienes en mente, Carolina?".

Carolina sonrió y respondió: "Creo que podríamos organizar días especiales donde los tres pasemos tiempo juntos como una familia. Podríamos ir al parque o hacer una cena especial en casa". Lucas se emocionó al escuchar la propuesta y abrazó a sus padres.

Desde ese día, cada semana tenían un día especial donde salían juntos como si fueran una familia completa. Con el tiempo, Lucas comenzó a darse cuenta de que no era necesario que sus padres estuvieran juntos todo el tiempo para ser feliz.

Aprendió a disfrutar de esos momentos especiales con ellos sin sentir tristeza por su separación. A medida que pasaban los meses, Lucas también comenzó a salir más con sus amigos. Descubrió lo divertido que era jugar afuera y hacer nuevas amistades.

Sus padres estaban orgullosos de él por haber superado esa etapa difícil y encontrar su propia felicidad.

Lucas aprendió una valiosa lección: aunque las cosas cambien en la vida, siempre hay formas de adaptarse y encontrar la felicidad en nuevas situaciones. Además entendió que no tenía control sobre las decisiones de sus padres, pero sí podía controlar cómo se sentía y cómo disfrutaba su vida.

Y así, Lucas creció siendo un niño fuerte y valiente, capaz de enfrentar cualquier desafío que la vida le presentara. Y aunque sus padres no estaban juntos, él sabía que siempre tendría su amor y apoyo incondicional.

FIN.

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