El amor entre amigos



Había una vez una niña llamada Angi, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Angi era una niña muy alegre y curiosa, siempre buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, vio a un chico llamado Santiago jugando con unos gatitos. Angi se acercó con curiosidad y le preguntó: "¡Hola! ¿Puedo jugar con los gatitos también?". Santiago sonrió y dijo: "¡Claro que sí! Son muy juguetones".

Desde ese momento, Angi y Santiago se hicieron amigos inseparables. Pasaron los días y la amistad entre ellos creció cada vez más. Juntos exploraban el pueblo, escalaban montañas y descubrían nuevos lugares llenos de magia.

Los vecinos del pueblo decían que eran como dos almas gemelas. Un día, mientras recogían flores en el campo, Santiago miró a Angi con ternura y le dijo: "Angi, desde que te conocí mi vida ha cambiado para mejor. Me haces feliz todos los días".

A lo que Angi respondió tímidamente: "Tú también me haces feliz". Desde ese momento supieron que estaban enamorados el uno del otro. Decidieron ser novios y comenzaron a compartir más momentos juntos.

Se apoyaban mutuamente en sus sueños y metas.

Un día soleado de primavera, cuando estaban sentados bajo un árbol gigante, Santiago tomó la mano de Angi y le dijo emocionado: "¿Te casarías conmigo?" Angi no podía contener su alegría y respondió: "¡Sí, sí, mil veces sí!". El día de la boda llegó y el pueblo se llenó de música y risas. Angi caminó hacia el altar llevando un hermoso vestido blanco y Santiago la esperaba con una sonrisa radiante.

Se prometieron amor eterno frente a todos sus seres queridos. Después de casarse, Angi y Santiago decidieron cumplir otro sueño juntos: tener muchos gatijos. Adoptaron a varios gatitos que encontraron abandonados en las calles del pueblo.

Los cuidaban, los alimentaban y les daban mucho amor. Con el tiempo, los gatijos crecieron y se convirtieron en una gran familia feliz.

Cada noche, antes de dormir, Angi y Santiago contaban historias a sus pequeños animals sobre cómo se conocieron y cómo su amor había florecido. Angi aprendió que el amor verdadero puede llegar cuando menos lo esperas. Aprendió que la amistad es el cimiento de cualquier relación sólida.

Y descubrió que compartir su vida con alguien especial puede hacerla aún más maravillosa. Y así fue como Angi y Santiago vivieron felices para siempre junto a su gran familia de gatijos, siempre recordando que el amor verdadero puede traerte las mayores alegrías cuando menos te lo esperas.

FIN.

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