El Amor entre Dos Mundos
En un pequeño pueblo llamado Valle Luz, vivía un chico llamado Tomás. Era un joven soñador, que pasaba sus días ayudando a su madre en la granja y explorando los bosques cercanos. Su mayor deseo era viajar y conocer el mundo más allá de su pueblo. Un día, mientras paseaba cerca del río, escuchó melodías delicadas que venían del castillo real. Curioso, se acercó y vio a una hermosa princesa llamada Sofía, tocando el arpa en el balcón del castillo.
Tomás se quedó encantado con la música y, sin darse cuenta, comenzó a murmurar su admiración.
"¡Qué hermosa melodía!" dijo, casi en susurros.
La princesa lo oyó y, al ver su rostro iluminado por la admiración, sonrió.
"¿Te gusta? He estado practicando para el festival del pueblo."
Esa fue la primera de muchas conversaciones. Desde ese día, Tomás visitaba cada tarde el castillo, y Sofía lo recibía con una sonrisa. Se volvían amigos rápidamente, hablando de sus sueños y anhelos de descubrir el mundo.
Una tarde, Tomás confesó:
"Princesa, he viajado muy poco. Me encantaría conocer otras tierras, leer libros que hablen de aventuras y ver cómo vive la gente en otras culturas."
Sofía lo miró con ternura.
"También yo tengo sueños. A veces me siento sola en el castillo y desearía escapar a las tierras de Valle Luz, donde la gente vive tan libre y feliz."
Los días se convertían en semanas, y su amistad floreció. Sin embargo, en el pueblo, la gente empezó a notar que Tomás siempre hablaba de la princesa. Algunos lo criticaban y murmuraban:
"Un chico del pueblo no puede estar enamorado de una princesa. Son de mundos diferentes."
Tomás, triste por los comentarios, decidió alejarse de su amiga.
"Debo olvidarla..." pensó, sin darse cuenta de que su corazón no podía.
Un día la princesa decidió visitar el pueblo, vestida como una campesina para no ser reconocida. A medida que caminaba por el mercado, todos la admiraban y la saludaban. Cuando se encontró con Tomás, este no podía creerlo.
"¡Princesa! ¿Qué haces aquí?" exclamó, sorprendido.
Sofía sonrió con complicidad.
"He venido a conocer a las personas que tanto me han hablado. Quiero ver la vida del pueblo desde sus ojos."
Juntos recorrieron el mercado, ayudaron a un anciano a vender flores y jugaron con los niños. La risa llenaba el aire, y Tomás vio que Sofía era feliz.
"¿Ves? No necesitamos un castillo para ser felices. La vida está en cada pequeño momento." dijo Tomás.
Cuando terminó el día, Sofía se despidió de él, con una promesa.
"Tomás, buscaremos la manera de unir nuestros mundos. No importa lo que piensen los demás, nuestros corazones son libres."
Sin embargo, de regreso al castillo, la reina, madre de Sofía, se enteró de la visita de su hija al pueblo. Furia en sus ojos, se acercó a ella.
"Sofía, no puedes relacionarte con un chico de pueblo. Debes cumplir con tus deberes como princesa."
Sofía, con firmeza, respondió:
"Madre, yo también tengo un corazón y sueños. No quiero simplemente ser una figura en un cuadro; deseo vivir, amar y sentir."
La reina, sorprendida por la valentía de su hija, tomó un momento para reflexionar. Finalmente, dijo:
"Quizá haya una manera de que ambos mundos se conozcan, pero es un camino difícil."
Así fue como la reina propuso una feria que uniría el pueblo y el castillo. Tanto los campesinos como la nobleza podrían participar, compartiendo costumbres, música y tradiciones.
Tomás fue invitado como representante del pueblo, y su alegría no tenía límites.
"¡No puedo creerlo! Podemos compartir nuestra vida con la princesa."
El día de la feria, príncipe y pueblo se encontraron en un ambiente festivo, lleno de colores y aromas. Sofía y Tomás planificaron una presentación musical, donde combinarían elementos de su tiempo juntos.
Cuando resonaron las notas, todos se unieron al ritmo, olvidando las diferencias. La gente del pueblo se dio cuenta de que la princesa no era solo figura de realeza, sino una joven apasionada por las cosas simples de la vida.
"¡Vengan! ¡Disfruten! Haremos de esto un recuerdo inolvidable!" gritó Sofía con alegría.
Finalmente, al caer la noche, bajo un cielo estrellado, Tomás tomó la mano de Sofía.
"Mirá lo que logramos: unir nuestros mundos. Esto es solo el comienzo."
Sofía sonrió y respondió:
"Nada es imposible si seguimos nuestros corazones. La amistad y el amor pueden superar cualquier barrera."
Y así, Valet Luz celebró no solo una feria, sino el inicio de una verdadera amistad entre sus habitantes y la realeza. A partir de ese día, la vida en el pueblo y el castillo fue diferente, llena de risas y la mezcla de sus mundos, recordando siempre que los corazones abiertos nunca conocen barreras.
FIN.