El amor entre el príncipe y la sirvienta



En un reino lejano, donde los árboles susurraban secretos y los ríos brillaban como joyas, vivía un príncipe llamado Mateo. Era un joven valiente y amable, conocido en todo el reino por su dulzura y su deseo de ayudar a los demás. Por otro lado, en el mismo castillo, trabajaba Sofía, una sirvienta con un corazón tan grande como su sonrisa. Sofía trataba a todos con respeto y amor, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara.

Un día, mientras Mateo paseaba por el jardín del castillo, se encontró con Sofía recogiendo flores.

- “¡Hola, Sofía! ¿Qué flores son esas tan hermosas? ” - preguntó Mateo, acercándose con curiosidad.

- “Son margaritas, príncipe. Dicen que traen felicidad a quienes las tienen cerca” - respondió Sofía con una sonrisa radiante.

Desde ese día, Mateo comenzó a acercarse más a Sofía. Pasaban horas hablando, riendo y compartiendo anécdotas. El príncipe se dio cuenta de que tenía una conexión especial con ella, una chispa que iluminaba su corazón.

Sin embargo, había un gran problema: la madre de Mateo, la reina Isabel, tenía otros planes. Ella quería que su hijo se casara con una princesa de un reino vecino, rica y poderosa. Un día, mientras Mateo y Sofía jugaban en el jardín, la reina los vio y se acercó, furiosa.

- “¡Mateo! ¡¿Qué haces aquí con esta... esta sirvienta? ! ” - gritó la reina, con la voz temblando de enojo.

- “¡Pero madre! Sofía es especial, ella…” - comenzó a explicar el príncipe.

- “¡Cállate! No permito que te relaciones con una persona de tan baja categoría. ¡Tu deber es casarte con alguien de tu estatus! ” - interrumpió la reina, cruzando sus brazos y mirando enojada.

Mateo sintió que su corazón se partía. Sabía que lo que sentía por Sofía era verdadero, pero su madre nunca lo entendería. Decidió que tenía que luchar por su amor.

Esa noche, Mateo pensó en un plan. Se le ocurrió que podría demostrarle a la reina que los sentimientos no entienden de rangos, así que decidió organizar un gran baile en el castillo. Entonces, ¡invitaría a Sofía como su pareja!

Al día siguiente, Mateo se dirigió a la cocina, donde estaba Sofía preparando la cena.

- “Sofía, quiero invitarte al gran baile que haré esta semana. Me gustaría que fueras mi pareja” - dijo con una mezcla de nervios y emoción.

- “¡Oh, príncipe! No sé si es adecuado, soy solo una sirvienta” - respondió Sofía, mirándolo con preocupación.

- “No importa. Este baile será distinto. Quiero que todos vean que el amor no mira rangos ni títulos” - insistió Mateo.

Sofía sonrió, el corazón le latía a mil por hora. Ella también sentía algo especial por Mateo, así que aceptó.

Finalmente llegó el día del baile. El salón estaba decorado con luces brillantes y colores vibrantes. La música resonaba por todo el castillo. Todos los nobles se habían reunido, ansiosos por ver la elección del príncipe.

Cuando Mateo llegó al salón junto a Sofía, todos los miradas se volvían hacia ellos. La reina, al ver a su hijo con alguien "tan inferior", se puso pálida de furia.

- “¡Mateo! ¡¿Qué hiciste? ! ¡No puedes presentarte con ella! ” - gritó la reina, atrayendo la atención de todos.

- “Madre, ella es mi amiga y alguien que valoro. Sofía es más que una sirvienta, tiene un gran corazón” - dijo Mateo, decidido.

La multitud murmuraba mientras la reina intentaba calmar su furia. Pero un anciano de entre los nobles, que había estado escuchando, se atrevió a hablar.

- “Su Majestad, muchas veces el amor verdadero está por encima de títulos. Recuerde cómo el amor nos une a todos, sin importar de dónde venimos” - dijo con voz suave pero firme.

Mateo, alentado por las palabras del anciano, invitó a Sofía a bailar. Así, comenzaron a danzar. Al principio, la reina estaba furiosa, pero a medida que miraba a su hijo y a Sofía reír y disfrutar, comenzó a comprender.

La música los envolvía y el amor se sentía en el aire. Con el tiempo, la reina no pudo evitar sonreír al ver la felicidad de su hijo. Quizás había algo especial en esa sirvienta, una luz que atraía a Mateo.

Después del baile, la reina se acercó a ellos.

- “Tal vez tengan razón... el amor podría ser más importante que el estatus” - admitió la reina, suavizando su mirada.

Mateo sonrió, pues sabía que había logrado abrir la mente de su madre. Con el tiempo, la reina empezó a conocer a Sofía y vio la bondad en su corazón. Finalmente, bendijo su amor y Mateo y Sofía pudieron estar juntos, demostrando que el amor puede superar cualquier barrera.

Y así, en el reino donde los árboles susurran y los ríos brillan como joyas, un príncipe y una sirvienta vivieron felices, recordando siempre que el amor verdadero no tiene límites - y que, a veces, hay que luchar un poquito por lo que se quiere.

FIN.

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