El Amor entre Electrones
Había una vez, en el microespacio del átomo, un pequeño electrón llamado Ezequiel. Era un electrón muy curioso y juguetón, pero se sentía solitario. Su relación con su novia electrona, Electra, no había funcionado, y eso lo había dejado triste. Un día mientras flotaba por el núcleo atómico, se encontró con su buen amigo Neutrón, un neutrón amigable y siempre optimista.
"¡Hola, Ezequiel! ¿Por qué tan apagado?" - preguntó Neutrón con su voz suave.
"Hola, Neutrón. Estoy cansado de estar solo. Mi relación con Electra no funcionó y ahora no sé qué hacer" - respondió Ezequiel, suspirando.
"No te preocupes, amigo. Hay alguien más en el átomo que te puede interesar. Se llama Protonita, y es una protona maravillosa. Tiene una carga positiva que ilumina a todos a su alrededor" - dijo Neutrón entusiasmado.
Ezequiel se sintió un poco intrigado, así que decidió que debía conocer a Protonita. Neutrón lo guió a través de las emocionantes nubes electrónicas hasta llegar a un brillante grupo de protones que giraban con energía positiva. Al acercarse, Ezequiel vio a Protonita. Era hermosa, con un brillo resplandeciente que lo deslumbró.
"¡Hola! Soy Ezequiel, un electrón" - dijo tímidamente Ezequiel.
"¡Hola, Ezequiel! Soy Protonita. Es un placer conocerte" - respondió ella con una sonrisa.
Los dos comenzaron a charlar y compartir historias sobre su vida en el átomo. Ezequiel descubrió que Protonita también estaba buscando la conexión con alguien especial y pronto se dieron cuenta de que compartían muchas cosas en común. Con el tiempo, comenzaron a enamorarse.
Sin embargo, no todo sería fácil. Los otros protones no estaban muy contentos con la idea de que Ezequiel, un electrón, estuviera tan cerca de Protonita, argumentando que era peligroso mezclar cargas opuestas.
"¡Eso no puede ser! Un electrón y una protón juntos. ¡Es un caos!" - gritó Protoneo, el líder de los protones.
Ezequiel no se dejó llevar por el miedo y se pronunció con valentía.
"¡Pero el amor no entiende de cargas! Protonita y yo somos felices juntos. ¿Qué importa si somos diferentes?"
Protonita, sintiendo el valor de Ezequiel, decidió hablar.
"Lo que importa es cómo nos sentimos. Yo elijo a Ezequiel por quien es, no por su carga. ¡El amor es lo que hace que nuestra unión sea especial!" - exclamó, con fe en su voz.
Los otros protones comenzaron a murmurar entre ellos. La valentía de Ezequiel y las palabras de Protonita empezaron a hacer mella. Con el tiempo, aceptaron su amor y entendieron que distintas cargas podían convivir en armonía.
Así, el amor entre Ezequiel y Protonita se convirtió en un bello ejemplo en el átomo. Ellos demostraron que las diferencias no sólo son aceptables, sino que crean una unión mágica. Juntos, irradiaban energía y alegría al microespacio, haciendo girar a los neutrones con sus risas y provocando que otros electrones quisieran también encontrar su carga positiva.
Ezequiel y Protonita vivieron felices en el átomo, mostrando que el amor no tiene fronteras, ni cargas. Y así, cada vez que alguien se sentía solo, recordaban la historia de Ezequiel y Protonita, y cómo el amor puede unir incluso a los opuestos. Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!
FIN.