El amor entre Picocho y Zegarra
En un pequeño taller de carpintería, el bondadoso señor Zegarra dedicaba sus días a crear hermosos juguetes de madera. Un día, entre trozos de madera y virutas, decidió construir un adorable muñeco al que llamó Picocho.
Con manos hábiles, Zegarra le talló una sonrisa cálida y ojos brillantes. Al terminar, el muñeco parecía cobrar vida, como si estuviera esperando el momento adecuado para despertar.
Zegarra, cariñosamente apodado Morsa por sus amigos, sentía un cariño especial por Picocho, su creación más preciada. Picocho, por su parte, ansiaba conocer el mundo exterior, pero no sabía cómo expresarlo. Una noche, cuando la luna brillaba en lo alto, un destello mágico iluminó el taller, y para sorpresa de Zegarra, Picocho cobró vida.
Sus ojitos brillaron con asombro y emoción al darse cuenta de su propia existencia. - Morsa, ¡soy real! - exclamó Picocho, abrazando a Zegarra con sus brazos de madera. Desde ese momento, se convirtieron en inseparables compañeros.
Juntos exploraron el bosque, ayudaron a los animales y compartieron momentos inolvidables. Picocho, con su inocencia y curiosidad, enseñó a Zegarra a apreciar la belleza en las pequeñas cosas, mientras que Morsa le enseñó al muñeco la importancia del amor, la amistad y la bondad.
A medida que pasaba el tiempo, el vínculo entre ellos se fortaleció, convirtiéndose en un amor entrañable que trascendía lo común. Sin embargo, un día, una malvada bruja se cruzó en su camino.
Con envidia en el corazón, lanzó un hechizo sobre Picocho, arrebatándole su capacidad de cobrar vida. Durante días, Zegarra buscó incansablemente una solución para deshacer el maleficio y devolverle a Picocho su vitalidad.
Finalmente, con la ayuda de los animales del bosque, descubrió que el ingrediente secreto para romper el hechizo era el amor incondicional. Con el coraje en el corazón, Zegarra abrazó a Picocho con un amor profundo y sincero, y en un destello mágico, el hechizo se desvaneció, devolviendo a Picocho a la vida.
Emocionados y agradecidos, se prometieron nunca separarse y continuar su amorosa aventura juntos, en un bello ejemplo de que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo.
FIN.