El Amor Eterno en el Bosque de la Floresta
Había una vez en el bosque de la Floresta, un osito llamado Abraham que asistía a la Escuela del Arcoíris, donde conoció a una dulce reinita coneja llamada Isaura.
Desde el primer día que se vieron, Abraham quedó prendado de la belleza y gracia de Isaura, pero por timidez nunca se atrevió a confesarle su amor. Los días pasaron y la amistad entre Abraham y Isaura creció cada vez más fuerte.
Juntos exploraban los rincones del bosque, jugaban entre las flores y compartían risas bajo el sol. Sin embargo, llegó un momento en que sus caminos se separaron cuando Isaura tuvo que mudarse con su familia a otro lugar lejano.
Abraham sintió un gran vacío en su corazón al no poder ver a su querida amiga todos los días. A pesar de ello, nunca dejó de recordarla con cariño y esperanza de volver a encontrarse algún día.
Pasaron varios años hasta que un día, mientras Abraham paseaba por el mercado del pueblo cercano al bosque, escuchó una voz familiar que lo hizo detenerse en seco. Era Isaura, quien había regresado al bosque para visitar a unos parientes. - ¡Isaura! -exclamó emocionado Abraham corriendo hacia ella-.
¡Qué alegría volverte a ver después de tanto tiempo! - ¡Abraham! -respondió Isaura con una sonrisa radiante-.
¡Qué sorpresa encontrarte aquí! Desde ese reencuentro, Abraham e Isaura retomaron su amistad como si no hubiera pasado un solo día desde la última vez que estuvieron juntos. Juntos vivieron nuevas aventuras: subieron árboles altos para alcanzar frutas jugosas, construyeron cabañas de ramas y hojas donde pasar las tardes contando historias y exploraron cuevas misteriosas en busca de tesoros escondidos.
Con cada momento compartido, Abraham sentía cómo su amor por Isaura crecía más fuerte dentro de él. Pero temía confesar sus sentimientos por miedo al rechazo o arruinar la hermosa amistad que habían construido.
Una tarde mientras observaban juntos el atardecer sobre el lago cristalino del bosque, Abraham tomó coraje y decidió hablar desde el corazón:- Isaura... hay algo importante que necesito decirte -dijo nervioso pero decidido-.
Desde aquel primer día en la Escuela del Arcoíris me enamoré profundamente de ti. Eres mi mejor amiga y también mi amor secreto. Isaura lo miró con ternura en sus ojos brillantes antes de responder:- Abraham... yo también siento algo muy especial por ti.
Eres mi compañero fiel de aventuras y has llenado mi vida de alegría desde siempre. Los dos amigos se abrazaron bajo el cielo estrellado sabiendo que su amor era correspondido.
Así descubrieron juntos que la valentía para expresar los sentimientos genuinos fortalece los vínculos verdaderos. Y así fue como osito Abraham y reinita coneja Isaura vivieron felices para siempre en el Bosque Floresta compartiendo sueños, risas y amor sincero cada día de sus vidas.
FIN.