El amor inesperado de Sofía y Lucas



Era un día común en el colegio San Martín cuando Sofía, una chica tímida y tierna, se sentó en su rincón habitual de la biblioteca. Le encantaba leer, especialmente historias de princesas y héroes. Pero, a pesar de su afición a los cuentos de hadas, en la vida real, Sofía tenía una preocupación: los bullies del colegio, especialmente uno llamado Mauro, que siempre molestaba a los que eran diferentes.

Un día mientras leía, Mauro se acercó a ella y su voz resonó con tono burlón.

"¿Qué haces, ratón de biblioteca? ¿Te pensás que sos una princesa o qué?"

Sofía bajó la mirada, sintiéndose pequeña. Pero, de repente, alguien apareció. Era Lucas, el chico más popular del colegio, pero también el más problemático. A pesar de su fama de bully, Lucas tenía un lado que pocos conocían. Él se puso frente a Sofía, frenando a Mauro.

"Dejá a Sofía en paz, Mauro. Si tenés algún problema, hablalo conmigo".

Mauro se rió y se alejó, sorprendiendo a todos. Sofía miró a Lucas con los ojos llenos de gratitud.

"Gracias... no sabía que ibas a ayudarme".

"No te preocupes. A veces, uno se siente obligado a proteger lo que es valioso".

Con el tiempo, entre Sofía y Lucas comenzó a forjarse una especial amistad. Sofía descubrió el lado amable de Lucas: sus sueños y pasiones, y cada vez que ella sonreía, él se sentía feliz. Sin embargo, había un problema. El hermano de Sofía, Tomás, era muy celoso y no podía aceptarlo.

Una tarde, mientras Sofía y Lucas estaban en el parque, Tomás llegó furioso.

"Sofía, ¿qué hacés con él? Ya te dije que no confíes en Lucas. Es un chico peligroso".

"No es peligroso, Tomás. Él es mi amigo, y me protege".

"¿Protegiéndote de qué? ¡De mí! No entiendo qué le ves, solamente te va a hacer daño".

Sofía se sintió atrapada entre su hermano y Lucas.

Poco después, las cosas tomaron un giro inesperado. Tomás comenzó a intentar separar a Sofía de Lucas de cualquier manera. Un día, buscó a Mauro y le dijo:

"Si no le enseñás una lección a Lucas, yo me encargaré de vos".

Mauro, sintiendo miedo del hermano de Sofía, decidió enfrentarse a Lucas en un rincón del parque. Cuando Sofía se enteró, corrió hacia ese lugar. Al llegar, vio que Mauro estaba a punto de golpear a Lucas, quien estaba tranquilo.

"Detente, Tomás. Lucas no es mi enemigo. No quiero pelear".

Sofía intervenía, desesperada.

"¡Por favor, no!".

Pero en un acto impulsivo, Tomás empujó a Lucas, quien casi cae al suelo.

"¡Váyanse de aquí, no te quiero cerca de mi hermana!".

"Pero, no soy un monstruo. Solo quiero cuidarla", contestó Lucas, claramente dolido.

Todo se volvió un caos. La confrontación de los chicos terminó cuando uno de los profesores llegó y disolvió la pelea.

Al finalizar el día, Sofía se sintió desolada. Fue a casa y se encerró en su habitación.

Pasaron los días sin que Lucas e Sofía se hablaran. Sofía extrañaba a su amigo y no quería perderlo, pero también amaba a su hermano.

Finalmente decidió hablar con Tomás.

"Tomás, ¿por qué no puedes confiar en Lucas? Él siempre me cuida y nunca me haría daño".

"Él es un bully, Sofía. No sé por qué te hace eso, pero estoy aquí para protegerte".

"Protegerme no significa hacer daño. Los que hacen daño son aquellos que eligen pelear en lugar de hablar".

Esa noche, Sofía tomó una decisión. Al día siguiente, se acercó a Lucas y le dijo:

"Lo siento mucho. Te he dejado solo y Tomás no entiende lo que siento".

Lucas pasó la mirada del suelo hacia Sofía.

"Yo solo quería ser tu amigo, Sofía. El amor y la amistad a veces pueden doler, pero no quiero que esto termine así".

Sofía reflexionó y comprendió que había que enfrentar a su hermano. El siguiente día, la joven llevó a Tomás al parque y le dijo:

"Tomás, realmente te quiero, pero dudo de tu comportamiento. Los celos no te hacen más fuerte, me hacen más débil".

El hermano se quedó en silencio, dándose cuenta de que había actuado mal. Su comportamiento se basaba en su propia inseguridad.

"Perdóname, Sofía. Solo quiero protegerte".

"Eso está bien, pero deberías intentar conocer a Lucas. Todos merecen una oportunidad, incluso aquellos que parecen difíciles".

Con el tiempo, Tomás entendió que las cosas no siempre eran lo que parecían, y aunque Lucas y él nunca fueron amigos genuinos, llegaron a un acuerdo: el respeto mutuo. Sofía mantuvo su amistad con Lucas y aprendió que la comunicación y la comprensión eran claves en la vida.

Y así, aunque los caminos de Sofía, Lucas y Tomás no siempre se cruzaron como les hubiera gustado, cada uno aprendió a ser mejor persona. El amor y la amistad a veces requieren esfuerzo y valentía, pero siempre, siempre valen la pena.

FIN.

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