El Amor Platónico



Había una vez en un hermoso valle, una pequeña y tierna mariquita llamada Margarita. Margarita vivía en un prado lleno de flores de todos los colores, pero ella sentía que le faltaba algo especial. Un día, mientras revoloteaba entre los pétalos, vio a una mariposa azul brillante llamada Mateo. En ese momento, Margarita sintió un cosquilleo en su estómago y supo que se había enamorado.

Margarita y Mateo se volvieron amigos rápidamente. Pasaban horas conversando y riendo juntos. Margarita se sentía muy feliz cuando estaba con Mateo, pero también un poco triste, ya que sabía que nunca podrían estar juntos de verdad, porque Mateo era un insecto volador y ella una mariquita terrestre.

"Margarita, ¿qué te pasa que estás tan pensativa?", preguntó Mateo un día.

"Nada, Mateo. Es solo que a veces siento que nuestra amistad no es suficiente para mí", respondió Margarita con tristeza.

"Pero Margarita, nuestra amistad es muy especial. No importa que seamos diferentes, lo importante es lo que sentimos el uno por el otro", dijo Mateo con cariño.

A pesar de las palabras reconfortantes de Mateo, Margarita seguía sintiéndose confundida. Decidió buscar consejo con la sabia tortuga del prado, quien le dijo:

"Querida Margarita, el amor no siempre significa estar juntos en cuerpo, a veces el amor verdadero es apoyarse mutuamente, crecer juntos y disfrutar de los momentos compartidos. No te preocupes por lo que no puedes cambiar, enfócate en lo hermoso de tu relación con Mateo".

Con estas palabras en su mente, Margarita entendió que el amor platónico que sentía por Mateo era algo realmente especial. Aprendió a valorar su amistad y a disfrutar cada momento que pasaban juntos, sin preocuparse por lo que no podían cambiar.

Un día, mientras Margarita y Mateo paseaban por el prado, se encontraron con un campo de girasoles. Mateo tomó una semilla y la regaló a Margarita, diciendo: "Aunque no podamos estar juntos siempre, esta semilla crecerá con tu amor y siempre estaremos unidos de alguna manera".

Margarita sonrió con lágrimas de felicidad en los ojos. Finalmente comprendió que el amor verdadero va más allá de las limitaciones físicas, que el amor platónico es una forma pura y hermosa de amar. Y así, Margarita y Mateo continuaron su amistad con amor y alegría, sabiendo que su amor era eterno y especial.

FIN.

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