El amor propio de María
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Flores, una chica llamada María.
María era conocida por ser la chica más guapa de todo el lugar, con sus ojos brillantes como estrellas y su cabello dorado que ondeaba al viento. Todos los chicos del pueblo suspiraban por ella, pero había uno que la amaba más que nadie: Manuel.
Manuel era un chico tímido y sensible, con una sonrisa encantadora que se iluminaba cada vez que veía a María. Desde el primer momento en que se conocieron, Manuel supo que ella era especial y no pudo evitar enamorarse perdidamente de ella.
"María, eres lo más hermoso que he visto en mi vida", le decía Manuel a María cada día. María también estaba enamorada de Manuel y juntos vivieron dos años llenos de risas, aventuras y complicidad. Parecían estar hechos el uno para el otro, como si fueran dos mitades de un mismo corazón.
Pero un día, cuando menos lo esperaba María, Manuel se cansó de ella. Sin dar explicaciones ni razones, decidió irse del pueblo con Jazmín, la princesa fea del reino vecino.
Jazmín no era tan agraciada como María físicamente, pero tenía un corazón bondadoso y una personalidad encantadora. María quedó destrozada al enterarse de la traición de Manuel. Lloró durante días sintiéndose abandonada y sin consuelo. Se preguntaba qué había hecho mal para merecer tal dolor en su corazón.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo intentando encontrar paz en su interior, se encontró con una anciana sabia llamada Abuela Rosa. Abuela Rosa tenía los ojos llenos de bondad y sabiduría ancestral.
"¿Qué te aflige tanto, querida María?", preguntó Abuela Rosa al ver las lágrimas en los ojos de la joven. Maria le contó toda su historia con Manuel y cómo se sentía perdida sin él a su lado.
Abuela Rosa escuchó atentamente y luego le dijo:"Querida María, a veces el amor nos lleva por caminos inesperados y nos enseña lecciones importantes sobre nosotros mismos. Aunque ahora sientas un profundo dolor en tu corazón, recuerda que eres valiosa por quien eres realmente.
"María reflexionó sobre las palabras de Abuela Rosa e intentó sanar poco a poco su corazón roto.
Comenzó a enfocarse en sí misma: descubrió nuevas pasiones como la pintura y la jardinería; ayudaba a los animales del bosque heridos; visitaba a personas mayores necesitadas de compañía. Con el tiempo Maria empezó a sanar su alma herida gracias al amor propio y las acciones desinteresadas hacia los demás.
Se dio cuenta de que aunque Manuel ya no formara parte de su vida, siempre llevaría consigo los bellos momentos compartidos juntos en su memoria.
Y así fue como Maria aprendió que el verdadero amor comienza dentro uno mismo antes de poder compartirlo con alguien más; entendió que las adversidades pueden convertirse en oportunidades para crecer; finalmente comprendió que siempre hay luz después de la oscuridad si mantenemos vivo nuestro espíritu valiente ante cualquier circunstancia inesperada.
FIN.