El Amor que Cabalga



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Santa Luján, una joven llamada Laura que desde muy chica soñaba con tener su propia casa en el campo, llena de caballos y flores. Su amor por los animales era tan grande que pasaba horas cuidando de los caballos en la granja de sus vecinos, los Fernández. Un día, mientras cuidaba a un hermoso caballo blanco llamado Estrella, se encontró con Jorge, un chico simpático y dulce que era nuevo en el pueblo.

"Hola, soy Jorge. ¿Te gustan los caballos?" - preguntó él, acercándose a ella.

"¡Mucho! Este es Estrella, es mi favorito. ¿Y a vos?" - contestó Laura, sonriendo.

A medida que pasaban los días, Jorge y Laura se hicieron amigos inseparables. Juntos pasaban las tardes montando a Estrella y soñando con aventuras en el campo. Laura le contó a Jorge sobre su sueño de tener su propia casa, llena de caballos y naturaleza.

"Si algún día tengo una casa, quiero que sea con muchos caballos, y un jardín gigante donde podamos jugar y correr", dijo Laura con los ojos brillando.

Jorge la miró y sonrió.

"Yo también sueñoo con eso. Aunque quizás primero deberíamos ayudar a los Fernández con su granja, así aprendemos juntos y podemos lograrlo."

Un día, mientras ayudaban en la granja, los Fernández les contaron sobre un concurso de talentos que se iba a realizar en el pueblo. El premio era una cantidad de dinero que podría ser útil para iniciar su sueño. Laura y Jorge decidieron participar con un acto donde mostrarían sus habilidades con los caballos.

"¡Esto va a ser increíble!" - exclamó Laura.

Comenzaron a ensayar todos los días. El día del concurso, Laura y Jorge estaban muy nerviosos, pero se dieron ánimo mutuamente, recordando por qué habían comenzado este sueño. Al momento de su presentación, hicieron un emocionante show de acrobacias sobre el caballo Estrella, que dejó a todos maravillados.

"¡Eso fue espectacular!" - gritaron los espectadores al finalizar el acto.

Cuando anunciaron los ganadores, su corazón latía con fuerza.

"Y el premio es para... Laura y Jorge con su fantástico número de caballos" - dijo el presentador, mientras la multitud aplaudía.

Laura y Jorge se abrazaron emocionados. Habían ganado el concurso y ahora tenían el dinero necesario para dar un primer paso hacia su sueño. Sin embargo, al poco tiempo, se dieron cuenta de que el dinero no era suficiente para construir una casa y tener muchos caballos.

"Quizás deberíamos trabajar un poco más y ahorrar lo que podamos", sugirió Jorge.

"Sí, pero además de trabajar, también podemos ofrecer paseos en caballos a los niños del pueblo. Eso sería divertido y ayudaría a nuestra causa", propuso Laura.

Así lo hicieron. Al siguiente fin de semana, pusieron un cartel y llamaron la atención de los niños. Empezaron a dar paseos los sábados, y a cada niño que venía, les contaban sobre el cuidado y amor que merecen los caballos. La gente del pueblo se unió a la causa, donando un poco de dinero para que Laura y Jorge pudieran seguir con su sueño.

Con el tiempo, Laura y Jorge lograron ahorrar el dinero necesario y, tras mucho esfuerzo, encontraron un terreno perfecto para su casa. Con la ayuda de amigos y familiares, comenzaron a construirla. Cada ladrillo que colocaban estaba lleno de amor y esperanza.

Finalmente, llegó el día de la inauguración. Invitaron a todos los que habían colaborado con su proyecto. Cuando abrieron las puertas de su nueva casa, los aplausos resonaron en la granja.

"¡Lo logramos, Jorge! ¡Esto es un sueño hecho realidad!" - dijo Laura, con los ojos llenos de alegría.

"Sí, y recordá, lo mejor de esto es que lo hicimos juntos", respondió Jorge, sonriendo.

Con el tiempo, en la casa de Laura y Jorge no solo había caballos, sino también risas, amigos, y una comunidad unida. Gracias a su amor por los animales y su dedicación, vivieron muchas aventuras juntos en su nuevo hogar, recordando siempre que los sueños se logran cuando se trabaja en equipo y se comparte el amor.

Y así, Laura y Jorge aprendieron que el amor, la amistad y la perseverancia son las verdaderas claves para hacer realidad cualquier sueño.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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