El amor que crece


Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y animales. Tomás era el consentido de la familia, siempre recibiendo toda la atención y cariño de sus padres.

Un día, los papás de Tomás le dieron una noticia que lo llenó de emoción pero también de miedo: iba a tener un hermanito. Al principio, Tomás se sintió confundido.

¿Cómo sería tener a alguien más en casa? ¿Y si ya no lo querían tanto como antes?"¿Por qué tienen que traer a otro bebé a casa? ¡Yo no quiero compartirlos con nadie!", pensaba Tomás mientras jugaba en su habitación.

Los días pasaban y el miedo de Tomás crecía cada vez más. No quería perder el amor y la atención de sus papás. Se sentía inseguro ante lo desconocido.

Una noche, mientras miraba las estrellas desde su ventana, vio una estrella fugaz y decidió pedir un deseo: "Quisiera no sentirme tan asustado por la llegada del bebé". Para su sorpresa, la estrella fugaz pareció brillar con más intensidad antes de desaparecer en el cielo.

Al día siguiente, cuando Tomás despertó, encontró una carta misteriosa junto a su almohada. La carta decía: "Querido Tomás, entiendo que sientas miedo ante los cambios que se avecinan. Pero recuerda que el amor es infinito y puede multiplicarse sin límites.

Tu corazón se llenará aún más cuando descubras el hermoso regalo que es tener un hermanito". Tomás reflexionó sobre las palabras de la carta y poco a poco comenzó a sentirse menos temeroso.

Decidió hablar con sus papás sobre sus sentimientos y juntos encontraron formas de incluirlo en los preparativos para la llegada del bebé. Conforme pasaban los meses, Tomás fue experimentando emociones encontradas: ansiedad por conocer al bebé pero también alegría por convertirse en hermano mayor. Finalmente, llegó el día esperado y nació su hermanito.

Al ver al pequeño bebé en brazos de sus papás, algo especial ocurrió en el corazón de Tomás.

Sintió una conexión instantánea con aquel ser indefenso y supo en ese momento que siempre estarían unidos por un vínculo único e irrompible. "¡Hola! Soy tu hermanito", dijo Tomás con una sonrisa tierna mientras acariciaba su cabecita. Desde ese día, Tomás se convirtió en el mejor compañero y protector del pequeño bebé.

Juntos vivieron aventuras increíbles e incontables momentos felices compartiendo risas, juegos y travesuras. Y así comprendió que el amor no se divide sino que se multiplica; cuanto más amamos, más grande se hace nuestro corazón para dar cabida a todos aquellos a quienes queremos.

Tomando aliento profundamente mientras abrazaba a su hermanito recién nacido con ternura bajo las estrellas resplandecientes aquella noche fresca del campo argentino; entendió finalmente cuánto había crecido gracias al nuevo integrante familiar quien ahora le devolvía esa misma valentia; ambos juntos enfrentarían cualquier cosa venidera.

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