El amor que germina
Había una vez en un hermoso lago, una pareja de patos llamada Damián y Lucía. Eran patos muy felices y siempre estaban juntos, nadando y disfrutando del sol.
Un día, mientras exploraban el bosque cercano al lago, encontraron un nido abandonado con unos huevos. Damián y Lucía se miraron emocionados, pensando que habían encontrado algo maravilloso. Decidieron llevar los huevos a su propio nido para cuidarlos.
Desde ese momento, Lucía se convirtió en la mamá pato más amorosa que alguien pudiera imaginar. Pasaba todo el día calentando los huevos con mucho cuidado y paciencia. Pero cada vez que llegaba el momento de que los pollitos salieran de sus cascarones, no había nada dentro.
Los huevos estaban vacíos. Esta situación entristeció mucho a Damián y Lucía. No entendían por qué sus huevos no tenían vida dentro de ellos. Se sentían desilusionados e incluso comenzaron a pensar que tal vez nunca podrían ser padres.
Una tarde soleada, mientras caminaban tristemente cerca del lago, escucharon un canto melodioso proveniente de un árbol cercano. Al acercarse, descubrieron a una sabia lechuza llamada Olivia.
Olivia notó la tristeza en los ojos de Damián y Lucía e inmediatamente supo lo que les estaba pasando. Con su voz tranquila pero firme, les dijo:"Queridos amigos patos, no deben perder la esperanza tan fácilmente. La vida nos presenta desafíos difíciles a veces, pero siempre hay una solución.
¿Han considerado que quizás los huevos no están vacíos?"Damián y Lucía se miraron sorprendidos. No podían creer lo que estaban escuchando. Olivia continuó:"Cada uno de ustedes tiene un don especial.
Damián, tú eres el pato más sabio y amable del lago, y Lucía, tú tienes la paciencia y el amor necesarios para ser una madre excepcional. Tal vez los huevos no contienen pollitos reales, pero dentro de ellos hay algo aún más valioso".
Los patos se quedaron pensativos por un momento, tratando de entender las palabras de Olivia. Entonces, recordaron algo importante: los huevos representaban su amor mutuo y todas las experiencias maravillosas que habían compartido.
Con esta nueva perspectiva en mente, Damián y Lucía volvieron a su nido con una sonrisa en sus picos. Decidieron cuidar esos huevos con todo su amor y dedicación porque representaban su vínculo único.
Pasaron días y noches juntos junto al nido, cantándoles canciones a sus "huevos vacíos". Poco a poco, comenzaron a sentir cómo el amor que depositaban en ellos les daba fuerza y felicidad.
Un día soleado de primavera, cuando menos lo esperaban, ocurrió un milagro: desde uno de los cascarones salió una pequeña planta verde brillante. Los "huevos vacíos" habían dado vida a una hermosa semilla que había germinado.
Damián y Lucía comprendieron entonces lo que Olivia les había enseñado: la verdadera magia estaba en el amor que habían puesto en esos huevos. La planta creció rápidamente y se convirtió en un árbol frondoso bajo el cual Damián, Lucía y su pequeña semilla encontraron refugio y felicidad.
Desde aquel día, la pareja de patos entendió que la vida puede sorprendernos de formas inesperadas. Aprendieron a valorar cada momento juntos y a nunca perder la esperanza, incluso cuando las cosas parecieran difíciles.
Y así, Damián, Lucía y su pequeño árbol vivieron felices para siempre, compartiendo su amor con todos los animales del lago y recordando siempre que el amor verdadero es capaz de crear magia donde menos lo esperamos.
FIN.