El amor que llegó sin avisar



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una chica llamada Martina. Martina era una joven alegre y soñadora, pero no creía en el amor.

Ella pensaba que estaba bien sola y que no necesitaba a nadie más para ser feliz. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Martina tropezó con un chico llamado Juan. Juan era simpático, amable y tenía una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor.

Desde ese primer encuentro, Martina sintió algo especial, algo que nunca antes había experimentado. - ¡Perdón! -dijo Martina avergonzada por haber tropezado con él. - No te preocupes, estas cosas pasan -respondió Juan con una sonrisa.

A partir de ese momento, Martina y Juan se volvieron inseparables. Pasaban horas charlando, riendo y descubriendo cosas en común. Martina se sorprendía a sí misma disfrutando cada momento junto a Juan y comenzó a cuestionarse si tal vez el amor sí existía.

Pero un día, Juan tuvo que mudarse a otra ciudad debido al trabajo de sus padres. Martina sintió como si le arrancaran el corazón al enterarse de la noticia.

Se dio cuenta de que había encontrado al chico de sus sueños justo cuando menos lo esperaba. Decidida a luchar por su amor, Martina ideó un plan para sorprender a Juan en su nueva ciudad.

Con la ayuda de sus amigos del pueblo, prepararon una fiesta sorpresa en honor a la amistad de Martina y Juan. Cuando Juan llegó a la fiesta y vio todo lo que Martina había organizado por él, sus ojos brillaron de emoción.

Se acercó a ella con lágrimas en los ojos y le tomó las manos. - Martina, no puedo creer todo lo que has hecho por mí. Eres la persona más increíble que he conocido -dijo Juan emocionado.

Martina sonrió con ternura y le confesó sus sentimientos:- Juan, contigo he aprendido que el amor puede llegar cuando menos lo esperas. Gracias por enseñarme lo hermoso que es amar. Desde ese día, Martina y Juan vivieron su historia de amor con intensidad y complicidad.

Aprendieron juntos que el verdadero amor llega cuando menos lo buscas y se construye día a día con respeto, confianza y cariño. Y colorín colorado este cuento de amor ha terminado... ¡O tal vez recién esté comenzando!

FIN.

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