El amor que nos une
Había una vez una niña llamada Alexa que vivía muy feliz en casa de sus papás. Era la consentida de la familia y siempre recibía toda la atención y cariño.
Sin embargo, cuando Alexa fue creciendo, sus padres tuvieron a su hermanita llamada Camila. Al principio, Alexa se sintió un poco celosa y triste porque ahora todos los ojos estaban puestos en su hermanita. Ya no era el centro de atención como antes.
Pero con el tiempo, se dio cuenta de que Camila también necesitaba amor y cuidado, al igual que ella lo había recibido cuando era bebé.
Un día, mientras jugaban juntas en el jardín, Alexa le preguntó a Camila si estaba molesta por haber llegado a la familia y cambiar todo. Camila sonrió y le dijo: "¡Para nada! Estoy feliz de ser tu hermana".
Alexa quedó sorprendida por la respuesta de su hermanita y decidió hablar con ella para entender mejor cómo se sentía. Se dieron cuenta de que podían compartir momentos especiales juntas y aprender muchas cosas una de la otra. Desde ese día, Alexa se convirtió en la mejor amiga de Camila.
Juntas jugaban a las muñecas, construían castillos con bloques e inventaban historias emocionantes. Compartían secretos y risas, creando un vínculo especial entre ellas. Una tarde soleada, mientras exploraban el bosque cercano a su casa, encontraron un pequeño pájaro lastimado en el suelo.
Ambas sintieron mucha tristeza al verlo así. - ¡Pobrecito! - exclamó Alexa preocupada. - Debemos ayudarlo - dijo Camila con determinación. Decidieron llevar al pajarito a casa y cuidarlo hasta que se recuperara.
Juntas, buscaban información en internet sobre cómo alimentarlo y mantenerlo caliente. Se turnaban para darle de comer y asegurarse de que estuviera cómodo. Con el paso de los días, el pajarito comenzó a mejorar gracias a los cuidados de Alexa y Camila.
Un día, cuando ya estaba completamente sano, abrieron la ventana y lo dejaron volar hacia su libertad. - ¡Lo logramos! - exclamaron las hermanas emocionadas. Ese momento especial les enseñó una lección importante: trabajar juntas puede lograr cosas maravillosas.
A partir de ese día, Alexa y Camila se convirtieron en un equipo inseparable, siempre dispuestas a ayudarse mutuamente y hacer del mundo un lugar mejor. A medida que crecían, siguieron compartiendo aventuras emocionantes y aprendiendo muchas cosas nuevas juntas.
Ya no importaba quién recibía más atención o quién era el centro de todo; lo más importante era tenerse la una a la otra como amigas y hermanas.
Y así fue como Alexa descubrió que compartir el amor no disminuye sino que multiplica la felicidad en una familia. Aprendió que ser amiga de su hermanita no solo le brindaba alegría sino también le permitía crecer como persona.
Desde aquel día en el bosque, Alexa supo que siempre tendría a Camila junto a ella para enfrentar cualquier desafío. Juntas construirían un futuro lleno de risas, complicidad y amor incondicional.
FIN.