El amor que sana


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Dulcelandia, donde vivían Simon y Martu, dos amigos inseparables.

A Simon le encantaba el helado de vainilla y chocolate, mientras que a Martu le fascinaba el de frutilla y dulce de leche. Un día soleado, Simon se levantó con dolor de barriga. Se sentía mal y no tenía ganas de hacer nada. Martu notó enseguida que su amigo estaba pálido y triste.

"¿Qué te pasa, Simon? Pareces muy enfermo", dijo Martu preocupada. Simon le contó que se sentía débil y con mucho dolor en la panza. Martu decidió ayudar a su amigo a sentirse mejor.

Corrió a buscar a la abuela Rosa, una señora sabia del pueblo conocida por sus remedios caseros. Abuela Rosa examinó a Simon y le dio un brebaje especial hecho con hierbas medicinales. Le recomendó descansar mucho y beber abundante agua para recuperarse pronto. "No te preocupes, Simon.

Con este remedio casero te pondrás bien en poco tiempo", aseguró la abuela Rosa con una sonrisa cálida. Martu cuidaba de su amigo día y noche.

Le preparaba sopitas calientes, lo entretenía con cuentos divertidos y le hacía compañía para que no se sintiera solo. Los días pasaban lentamente, pero Simon empezó a sentirse mejor gracias al cuidado amoroso de su amiga Martu y los consejos sabios de la abuela Rosa.

Una tarde soleada, cuando el sol brillaba radiante en el cielo azul, Simon finalmente se levantó de la cama con energías renovadas. Se veía más fuerte y animado que nunca. "¡Martu! ¡Mira cómo me siento! Gracias por cuidarme tanto", exclamó Simon emocionado.

Martu sonreía feliz al ver a su amigo recuperado. Juntos salieron al jardín a disfrutar del aire fresco y las flores coloridas que adornaban el paisaje. "Gracias por estar siempre ahí para mí, Martu.

Eres la mejor amiga del mundo", dijo Simon con gratitud en sus ojos brillantes. Desde ese día, Simon valoraba aún más la amistad sincera de Martu y aprendió lo importante que es cuidar de uno mismo para poder cuidar también de los demás.

Y así, entre risas y juegos bajo el sol radiante, los dos amigos siguieron disfrutando de cada momento juntos en Dulcelandia, donde la amistad era el ingrediente más dulce e importante para superar cualquier adversidad.

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