El Amor que Une


Había una vez una niña llamada Malena, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos y montañas. Malena era una niña muy alegre y curiosa, siempre estaba explorando nuevos lugares y aprendiendo cosas nuevas.

Pero un día, algo triste sucedió en la vida de Malena: sus papás decidieron separarse. Esto hizo que Malena se sintiera muy confundida y triste. No entendía por qué sus papás ya no querían estar juntos.

Malena pasaba los días pensando en lo ocurrido, sintiéndose sola y con el corazón apretado. Pero entonces, un día soleado mientras caminaba por el parque, encontró a un viejito sentado en una banca.

El viejito tenía una sonrisa amable y arrugas que contaban muchas historias. Malena decidió acercarse a él para hablar sobre lo que le estaba pasando. "Hola, señor. ¿Puedo sentarme aquí?", preguntó tímidamente. "¡Claro que sí! Siempre es bueno tener compañía", respondió el viejito con dulzura.

Malena comenzó a contarle al viejito sobre cómo se sentía desde la separación de sus padres. El viejito escuchaba atentamente cada palabra que salía de su boca.

Después de escucharla pacientemente, el viejito tomó la mano de Malena y le dijo:"Malena, sé que ahora te sientes triste porque tus papás se han separado. Pero quiero decirte algo importante: aunque ellos ya no estén juntos como pareja, siempre serán tus papás. "La niña levantó la mirada y lo miró con curiosidad.

"¿Cómo es eso posible?", preguntó Malena, confundida. El viejito sonrió y le explicó:"El amor de una familia no se mide por si los papás están juntos o separados.

El amor de una familia se construye a través del cariño, el respeto y el apoyo incondicional. Tus papás siempre te amarán, sin importar lo que haya pasado entre ellos. "Malena reflexionó sobre las palabras del viejito y poco a poco comenzó a sentirse mejor.

Aprendió que aunque sus papás ya no estuvieran juntos, aún tenía su amor y cuidado. Los días pasaron y Malena empezó a ver las cosas desde una perspectiva diferente.

Comenzó a disfrutar más de su tiempo con cada uno de sus padres por separado, creando nuevos momentos especiales con cada uno de ellos.

A medida que crecía, Malena aprendió a valorar el amor en todas sus formas: el amor familiar, el amor hacia sí misma y el amor que podía compartir con otros amigos cercanos. Y así fue como Malena descubrió que un corazón puede sanar incluso en los momentos más difíciles.

Aprendió que la felicidad no depende de tener unos padres juntos, sino del cariño que recibimos y damos cada día. Desde aquel encuentro en el parque, Malena decidió vivir su vida llena de alegría y gratitud.

Siguiendo los consejos del viejito sabio, aprendió a encontrar la felicidad en las pequeñas cosas cotidianas y nunca olvidaría cómo superar las dificultades con valentía y esperanza. Y así, Malena siguió creciendo y disfrutando de cada día, sabiendo que siempre tendría el amor de sus papás, sin importar lo que el futuro le trajera.

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