El Amor sin Fronteras de Juan el Gato
Había una vez un gato llamado Juan, que vivía en un pequeño pueblo junto a la casa de su dueña. Todos los días, Juan salía a explorar y conocer el vecindario.
Pero había algo muy especial que llamaba su atención: la garita que se encontraba justo al lado de su casa. La garita era pintada de colores brillantes y tenía grandes ventanas por donde se podía ver el paisaje.
Además, siempre estaba llena de flores hermosas que le daban un aroma delicioso al lugar. Pero lo más importante para Juan era la persona que vivía ahí: Doña Carmen, una señora amable y cariñosa.
Desde el primer día que vio a Doña Carmen en la garita, Juan quedó enamorado. Le encantaba observarla mientras ella regaba las plantas o leía un libro bajo el sol. Pero lo que más le gustaba era cuando ella cantaba canciones dulces y llenas de amor.
Un día, mientras Juan estaba sentado frente a la garita admirando a Doña Carmen, escuchó una conversación entre ella y su amiga Laura. "Laura, estoy pensando en mudarme a otro lugar", dijo Doña Carmen con tristeza.
"¿Por qué? Esta es tu casita tan bonita", respondió Laura sorprendida. Juan sintió como si alguien le hubiera dado un golpe en el estómago. No quería perder a Doña Carmen ni dejar de verla todos los días desde su ventana. Así que decidió hacer algo al respecto.
Esa misma noche, mientras todos dormían en el pueblo, Juan se escapó sigilosamente hacia la garita. Subió por las flores trepadoras hasta llegar a la ventana de Doña Carmen.
Con mucho cuidado, dejó una carta en el alféizar y volvió a su casa antes de que amaneciera. Al día siguiente, cuando Doña Carmen abrió la ventana, encontró la carta de Juan. Decía: "Querida Doña Carmen, no se vaya.
Yo estoy enamorado de usted y quiero estar siempre cerca suyo. Si se muda, me iré con usted a donde sea". Doña Carmen quedó sorprendida y emocionada al leer las palabras del gato Juan. Nunca había imaginado que alguien pudiera sentir tanto cariño por ella.
Pero también sabía que un gato no podía vivir sin libertad ni alejado de su hogar. Decidió hablar con Juan y explicarle que aunque lo quería mucho, no podían estar juntos todo el tiempo.
Le prometió visitarlo todos los días en su casa y llevarlo a pasear por el vecindario. Juan entendió las palabras de Doña Carmen y aceptó la situación con tristeza pero también con esperanza en su corazón.
A partir de ese día, Doña Carmen cumplió su promesa y visitaba a Juan todos los días para jugar con él y contarle historias divertidas sobre sus aventuras en la garita. También le enseñaba canciones nuevas para que ambos pudieran cantar juntos.
Con el tiempo, Juan aprendió a disfrutar de los momentos especiales junto a Doña Carmen sin necesidad de estar siempre cerca físicamente. Aprendió que el amor puede existir incluso cuando las circunstancias son diferentes.
Y así fue como Juan el gato descubrió que hay muchas formas diferentes de amar: desde lejos pero siempre presente en el corazón. Y aunque nunca pudo vivir en la garita junto a Doña Carmen, siempre recordó aquellos momentos mágicos que compartieron juntos.
El pueblo nunca olvidó la historia de Juan y su amor por la garita. Y cada vez que alguien pasaba cerca, podía escuchar el eco de las canciones que Juan y Doña Carmen cantaron juntos, recordándonos que el amor verdadero puede trascender cualquier distancia.
FIN.