El amor te da alas


Había una vez un chico llamado Juan que iba a la universidad. Todos los días, en el comedor, veía a una chica hermosa sentada en una mesa con sus amigos.

Él se moría por hablarle, pero no sabía cómo hacerlo. Un día, mientras estaba en clase, su profesor habló sobre la importancia de tomar riesgos y enfrentar nuestros miedos para lograr nuestras metas.

Eso hizo que Juan se diera cuenta de que debía hablarle a la chica del comedor. El siguiente miércoles, cuando llegó al comedor, respiró profundamente y se acercó a la mesa donde estaba ella.

Con voz temblorosa le dijo:- Hola, me llamo Juan ¿Cómo estás? La chica sonrió amablemente y respondió:- Hola Juan, soy Sofía ¿Qué tal estás tú? Juan sintió como si su corazón fuera a salirse de su pecho. Hablaron un poco más antes de que él tuviera que irse a clase.

A partir de ese día, Juan y Sofía hablaban todas las semanas en el comedor después de clases. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y comenzaron a salir juntos.

Pero un día Sofía dejó la universidad para seguir sus sueños de ser bailarina profesional en otra ciudad. A pesar del dolor que sentía por dentro, Juan decidió apoyarla y animarla en todo lo posible.

Después de unos meses sin verse ni hablarse mucho debido al trabajo duro y las distancias geográficas; Sofía regresó sorpresivamente con buenas noticias: había conseguido un contrato como bailarina principal en una compañia importante. Juan estaba orgulloso de ella y le deseó lo mejor.

Sin embargo, Sofía no quería perder a Juan y le pidió que se fuera con ella para comenzar una nueva vida juntos. Juan sabía que esa era la oportunidad de su vida, pero también sabía que extrañaría mucho a su familia y amigos. Después de pensarlo mucho, decidió tomar el riesgo y seguir a Sofía.

Juntos viajaron a la ciudad donde Sofía trabajaba como bailarina principal. Juan encontró un trabajo en un restaurante local mientras esperaba conseguir uno relacionado con sus estudios universitarios.

Un día, mientras caminaban por la ciudad, Juan vio un anuncio en una tienda de música buscando un guitarrista para tocar en una banda. A pesar de que no había tocado la guitarra desde hace años, decidió intentarlo.

Después de muchas horas practicando y ensayando con la banda; llegó el gran día del concierto debut. Todo fue perfecto: las luces brillantes sobre ellos, los aplausos del público emocionado y la felicidad compartida entre todos los miembros de la banda.

Al finalizar el espectáculo, Sofía se acercó a él y le dijo:- ¡Eso estuvo increíble! No sabía que podías tocar tan bien ¿Por qué nunca me dijiste? Juan sonrió tímidamente antes de responder:- Porque yo mismo no lo sabia... Pero gracias por inspirarme a intentarlo.

Desde ese momento en adelante vivieron felices juntos haciendo lo que amaban: ella bailando profesionalmente y él tocando guitarra en su propia banda musical.

Y así aprendieron ambos a tomar riesgos e ir en busca de sus sueños, sin miedo al fracaso y siempre apoyándose mutuamente.

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