El amor transparente de Margarita



Había una vez en las cálidas aguas del océano Pacífico, una hermosa mariposa llamada Margarita.

Margarita era conocida por su belleza y alegría, pero un día algo extraordinario sucedió: Cupido la flechó con una flecha de amor al ver a un apuesto tiburón blanco llamado Tobías. Margarita quedó prendada de Tobías al instante, con sus ojos brillantes y su imponente figura.

Sin embargo, cuando se acercó a él para expresarle sus sentimientos, descubrió que Tobías ya tenía novia: una elegante sirena llamada Marina. Dolido por no poder conquistar el corazón de Tobías, Margarita decidió no rendirse tan fácilmente.

Con determinación en sus alas multicolores, ideó un plan para demostrarle a Tobías que ella era la indicada para él. Un día soleado, mientras Tobías y Marina nadaban felices por el arrecife de coral, Margarita desplegó todo su encanto.

Volando cerca de ellos, dejaba caer pétalos de flores perfumadas sobre la pareja y bailaba con gracia al compás de las olas. Marina comenzó a sentir celos de la coqueta mariposa y le dijo a Tobías: "Tobías querido, esa mariposa solo busca llamar tu atención. No te dejes engañar por sus artimañas".

Pero Tobías solo sonreía y disfrutaba del espectáculo sin darle importancia a los comentarios de Marina. "Hola, soy Margarita. ¿Te gustaría volar juntos por los cielos y explorar nuevos horizontes?", dijo la valiente mariposa acercándose a Tobías.

El tiburón blanco quedó impresionado por la determinación y el valor de Margarita. A pesar de que sabía que estaba comprometido con Marina, sintió una conexión especial con la intrépida mariposa. "Margarita, eres increíblemente valiente y hermosa.

Pero mi corazón pertenece a Marina", respondió Tobías con amabilidad. Margarita entendió que debía respetar el amor entre Tobías y Marina. Aunque su corazón anhelaba estar junto al tiburón blanco, sabía que conquistarlo no significaba separarlo de quien realmente amaba.

Con humildad y madurez, Margarita se despidió de Tobías y lo animó a seguir siendo fiel a su amor por Marina.

La mariposa comprendió que el verdadero amor no consiste en poseer al otro, sino en desear su felicidad aunque eso signifique renunciar a nuestros propios deseos. Desde entonces, Margarita siguió surcando los cielos con gracia y alegría; inspirando a todos los seres del océano con su nobleza y generosidad.

Y aunque nunca pudo conquistar el corazón del apuesto tiburón blanco, siempre será recordada como un ejemplo vivo del verdadero amor incondicional. Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡por ahora!

FIN.

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