El amor verdadero comienza con la amistad
Había una vez un niño llamado Lucho que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos verdes y montañas. Lucho era un niño muy amable y cariñoso, pero no tenía amigos con quienes jugar.
Siempre se sentía solo y triste. Un día, mientras paseaba por el pueblo, vio a una aldeana llamada Celina. Ella era una joven encantadora con ojos brillantes y cabello dorado como el sol.
Desde ese momento, Lucho quedó prendado de ella y decidió que su único propósito en la vida sería enamorarla. Lucho comenzó a buscar maneras de llamar la atención de Celina.
Le llevaba flores frescas todos los días e intentaba hablarle cada vez que la veía pasar por el pueblo. Sin embargo, Celina apenas le prestaba atención y parecía estar más interesada en sus tareas diarias. Desanimado pero decidido a no rendirse, Lucho decidió buscar consejo con alguien sabio del pueblo: Don Manuel, el anciano del lugar.
Don Manuel era conocido por su gran sabiduría y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.
Lucho visitó la modesta cabaña de Don Manuel y le contó sobre su amor por Celina y cómo se sentía desesperanzado al ver que ella apenas le prestaba atención. Don Manuel escuchó atentamente mientras asentía con comprensión. Luego dijo: "Lucho, debes entender que para conquistar el corazón de alguien no basta con regalar flores o decir palabras bonitas.
Es importante mostrar interés genuino en esa persona". El anciano continuó diciendo: "En lugar de tratar de llamar la atención de Celina, trata de conocerla mejor. Descubre sus gustos, sus sueños y sus pasiones.
Pídele que te cuente historias sobre su vida en el campo". Lucho siguió el consejo de Don Manuel y comenzó a hablar con Celina sobre temas que le interesaban.
Le preguntaba sobre las flores que cultivaba, los animales a los que cuidaba y todas las experiencias emocionantes que había tenido en el pueblo. Poco a poco, Lucho se dio cuenta de lo maravillosa que era Celina. No solo era hermosa por fuera, sino también por dentro.
Era una persona amable y generosa, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Con el tiempo, Lucho y Celina se convirtieron en grandes amigos. Compartían risas, aventuras e incluso algunos secretos. La amistad entre ellos creció cada día más fuerte.
Un día soleado, mientras caminaban juntos por los campos verdes del pueblo, Lucho tomó valor y le confesó su amor a Celina. —"Celina" , dijo Lucho tímidamente, "desde el primer momento en que te vi supe que eras especial para mí.
Me has enseñado tanto sobre la verdadera amistad y me has mostrado cómo ser una mejor persona". Celina sonrió dulcemente y respondió: "Lucho, tú también eres muy especial para mí. Tu amabilidad y tu deseo genuino de conocerme han tocado mi corazón".
Desde ese día en adelante, Lucho y Celina fueron inseparables.
Su amor no solo les brindó felicidad mutua sino también enseñanzas valiosas sobre la importancia de la amistad y el valor de conocer a las personas más allá de su apariencia. Lucho aprendió que no se trata solo de enamorar a alguien, sino de construir una relación basada en el respeto, la confianza y el cariño.
Y así, Lucho y Celina vivieron felices para siempre, recordando siempre que fue su amistad lo que los unió desde el principio. Y colorín colorado, esta historia de amor y amistad ha terminado.
FIN.