El amuleto de Martina


Todos los días, Martina se levantaba temprano para tomar el metrotranvía que la llevaba al trabajo. Era un viaje largo pero le gustaba porque podía disfrutar del paisaje y escuchar música en su camino.

Un día, mientras esperaba en la estación, notó algo diferente. Un pequeño colibrí se posó en uno de los arbustos cercanos y comenzó a seguirla con la mirada. Martina no podía creerlo, nunca había visto un colibrí tan de cerca.

"¡Mira! ¡Un colibrí!"- exclamó emocionada. Sus compañeros de trabajo también se sorprendieron cuando llegaron a la oficina y vieron al pequeño pájaro revoloteando detrás de ella. "Debe ser tu amuleto de la suerte"- bromeó uno de ellos.

Martina sonrió y decidió llamarlo —"Pepito" . Desde ese día, Pepito comenzó a acompañarla todos los días en su viaje hacia el trabajo. Se posaba sobre su hombro o volaba cerca de ella mientras iban en el metrotranvía.

La gente que los veía juntos se sorprendía y sacaban fotos para compartir con sus amigos. Algunos incluso dejaban migas de pan para Pepito cuando bajaban del tren.

Con el tiempo, Martina comenzó a darse cuenta de que Pepito era mucho más que un simple pájaro. Parecía entenderla y siempre estaba ahí cuando necesitaba una distracción o simplemente alguien con quien hablar.

Además, parecía tener una habilidad especial para encontrar objetos perdidos: si Martina había perdido algo importante, como las llaves del departamento o su celular, Pepito lo encontraba en cuestión de minutos. Un día, mientras caminaban juntos hacia la estación del metrotranvía, Pepito comenzó a volar más rápido que nunca.

Martina lo siguió y se sorprendió al ver que estaba guiándola hacia un callejón oscuro y peligroso. "Pepito, ¿qué hacemos aquí?"- preguntó ella preocupada. De repente, escucharon unos ruidos extraños. Al parecer, alguien estaba intentando robarle a una mujer mayor que estaba sola en el callejón.

Martina no sabía qué hacer, pero entonces recordó algo importante: siempre debemos ayudar a los demás cuando están en peligro. Con la ayuda de Pepito, logró asustar al ladrón y rescatar a la mujer.

Desde ese día, Martina entendió que todos podemos hacer una diferencia positiva en el mundo si tenemos coraje y nos apoyamos en nuestros amigos. "Gracias Pepito"- le dijo mientras lo abrazaba con cariño-. "Eres mi héroe".

Desde ese día, Pepito se convirtió en un símbolo de esperanza y amistad para todos los que conocían su historia.

Y aunque ya no seguía a Martina todos los días al trabajo (porque había encontrado una pareja con quien construir un nido), siempre estaría presente en su corazón como un recuerdo especial de aquellos días felices juntos.

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