El amuleto de Martina



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques oscuros, una niña llamada Martina. Martina había sufrido una gran tragedia: en un terrible accidente, su mamá y su hermano habían perdido la vida.

Desde entonces, su papá se volvió frío y distante, tratándola con dureza y sin mostrarle cariño. En la escuela, las cosas no eran mejores para Martina.

Un grupo de niños malintencionados se burlaban de ella constantemente, diciéndole cosas crueles y haciéndola sentirse sola y asustada. Una noche, mientras caminaba de regreso a casa después de soportar otro día lleno de burlas en la escuela, Martina decidió tomar un atajo por el bosque.

A pesar de que todos en el pueblo decían que ese bosque estaba embrujado y que extrañas criaturas lo habitaban, Martina no tenía miedo. Estaba decidida a encontrar algo que le diera valor para enfrentar sus problemas.

Mientras caminaba entre los árboles retorcidos y las sombras alargadas por la luz de la luna, Martina vio algo brillando a lo lejos. Se acercó con curiosidad y descubrió una vieja caja de música abandonada sobre una roca cubierta de musgo.

Sin pensarlo dos veces, abrió la caja y dejó que la melodía antigua llenara el aire nocturno. De repente, el bosque pareció cobrar vida a su alrededor. Sombras danzantes se movían entre los árboles mientras risas siniestras resonaban por todas partes.

Martina sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero en lugar de huir decidió enfrentar sus miedos. "¿Quién anda ahí?" -preguntó valientemente hacia las sombras. De entre los árboles emergió una figura alta y oscura con ojos brillantes como brasas ardientes.

Era el Guardián del Bosque, una criatura ancestral encargada de proteger aquel lugar misterioso. "¿Por qué has venido aquí, niña humana?" -gruñó el Guardián con voz profunda.

Martina contó al Guardián sobre su tristeza en casa y en la escuela, sobre cómo se sentía sola e indefensa frente a tanto dolor. El Guardián escuchó atentamente y luego extendió una garra hacia ella. "Toma esto", dijo solemnemente el Guardián mientras le entregaba un colgante brillante con forma de estrella.

"Este amuleto te dará fuerza para enfrentar tus temores más profundos". Martina tomó el amuleto entre sus manos temblorosas y sintió cómo un calor reconfortante se extendía por todo su ser.

Con renovada determinación en el corazón, agradeció al Guardián antes de emprender el camino de regreso a casa. Al llegar a su hogar esa noche, encontró a su papá esperándola con gesto adusto como siempre.

Pero esta vez algo era diferente en ella; llevaba consigo la certeza de que ya no estaba sola ante las adversidades. Los días siguientes fueron difíciles aún en medio del maltrato escolar y del trato frío en casa; sin embargo, Martina ya no se dejaba aplastar por ello.

Cuando los niños intentaban burlarse de ella, mostraba fortaleza; cuando su papá era cruel, respondía con comprensión desde dentro; sabiendo que tenía dentro ese poder especial otorgado por el Guardián del Bosque.

Con cada desafío superado gracias al coraje que ahora habitaba en ella gracias al amuleto estelar del Guardián del Bosque, crecía también su confianza propia.

Y así fue como poco a poco logró cambiar las cosas tanto dentro como fuera: haciendo ver al padre cuánto daño hacía, buscando ayuda adulta para detener los acosadores, y transformando incluso esos momentos grises donde sólo había soledad o crueldad, en oportunidades para crecer fuerte.

Y aunque nunca olvidaría aquella noche mágica en el bosque oscuro donde encontró valor inesperado, supo también que ahora podía mirar adelante sabiendo siempre llevar consigo esa luz interna capaz transformarlo todo.

Desde entonces, se convirtió no solo protectora incansable contra cualquier injusticia sino tambien inspiración constante para otros demostrando siempre cuan fuertes podemos ser si nos animamos abrazarnos hasta nuestras propias sombras. Y colorín colorado este cuento ha terminado... o mejor dicho : empezado. Porque cada final es siempre principio también ;)

FIN.

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