El amuleto mágico de Marta


Marta estaba sentada en el porche de la casa de sus abuelos, mirando tristemente el calendario. El primer día de clases se acercaba rápidamente y ella no quería ir.

Había pasado un verano maravilloso en el pueblo, rodeada de sus abuelos y nuevos amigos, y ahora tenía que regresar a la ciudad. "Abuela, ¿por qué tengo que volver al colegio? No quiero dejarlos a ti y a los amigos que hice aquí", dijo Marta con una voz temblorosa.

Su abuela se acercó suavemente y le acarició el cabello. "Lo sé cariño, es difícil despedirse de las personas que queremos. Pero recuerda que también tienes muchas cosas emocionantes esperándote en la escuela.

Nuevos compañeros, nuevos maestros y nuevas aventuras". Marta suspiró profundamente. Sabía que su abuela tenía razón, pero aún así no podía evitar sentirse triste por dejar atrás todo lo familiar.

Al día siguiente, mientras Marta empacaba su mochila para el primer día de clases, encontró algo especial en su habitación: era un amuleto en forma de estrella dorada que había recibido de uno de sus nuevos amigos del pueblo.

Ella recordó cómo ese amigo le había dicho: "Esta estrella te traerá buena suerte siempre que necesites coraje para enfrentar nuevos desafíos". Con esa pequeña estrella brillante en su mano, Marta decidió llevarla al colegio como un recordatorio especial de los buenos momentos vividos durante las vacaciones.

Cuando llegó al colegio y entró a su nueva clase llena de rostros desconocidos, Marta sintió un nudo en el estómago. Pero entonces recordó su amuleto y se lo apretó con fuerza. "Vamos a hacer nuevos amigos", se dijo a sí misma con valentía.

Marta hizo todo lo posible por ser amable y sonreír a sus compañeros de clase. Pronto, comenzó a hablar con una niña llamada Sofía, quien también estaba nerviosa en su primer día. "Hola, soy Marta", dijo tímidamente.

"¿Quieres ser mi amiga?"Sofía sonrió y asintió emocionada. Así fue como las dos chicas se convirtieron en inseparables durante el resto del año escolar. Marta descubrió que el colegio no era tan malo como pensaba.

Aprendió cosas nuevas todos los días, jugaba en el recreo con sus amigos y tenía maestros que la inspiraban.

A medida que pasaba el tiempo, Marta se dio cuenta de que podía mantener viva la conexión con sus abuelos y amigos del pueblo incluso estando lejos. Los llamaba por teléfono regularmente y les contaba sobre sus aventuras escolares.

Un día, cuando Marta volvió al pueblo para visitar a sus abuelos durante las vacaciones de invierno, llevó consigo una carta llena de dibujos y palabras escritas para mostrarles todo lo que había aprendido en la escuela. Sus abuelos estaban muy orgullosos de ella.

El siguiente verano, cuando regresó al pueblo para pasar más tiempo con sus abuelos y amigos del pueblo, Marta ya no tenía miedo de volver al colegio después de las vacaciones. Sabía que aunque extrañaría a todos, también tendría nuevas experiencias por delante.

Marta aprendió que no importa cuánto extrañemos a las personas y lugares que amamos, siempre podemos encontrar la felicidad en nuevos comienzos y aventuras. Y con su pequeña estrella dorada como recordatorio de su valentía, Marta sabía que podía enfrentar cualquier desafío que se le presentara en el futuro.

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