El Ángel de Juan


Juan era un niño alegre y activo, a quien le encantaba pasar tiempo en el parque con sus amigos. Cada mañana, su mamá le recordaba que tenía un ángel de la guarda que lo cuidaba.

Aunque Juan no podía ver a su ángel, confiaba en que siempre estaba con él. Un día, mientras jugaba en el parque, Juan se cayó y se lastimó. En ese momento de miedo y dolor, sintió una presencia tranquilizadora a su lado.

Era como si un suave susurro le dijera: "¡Tranquilo, todo estará bien!". Juan se sintió reconfortado y, con valentía, se levantó y se fue a buscar ayuda.

Desde entonces, Juan entendió que su ángel de la guarda siempre estaría a su lado, no solo en momentos difíciles, sino también en los felices. Aprendió a escuchar esa vocecita interior que le guiaba y le daba fuerzas cuando lo necesitaba.

Con el tiempo, Juan se convirtió en un niño amable y compasivo, siempre dispuesto a ayudar a los demás, sabiendo que su ángel de la guarda también cuidaba de ellos. Y así, con la amistad de su ángel, Juan siguió creciendo, llenando su vida y la de los demás con amor, bondad y valentía.

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