El Ángel Redentor
Érase una vez, en lo más alto del cielo, vivía un valiente y poderoso ángel llamado Ariel. Era conocido por su nobleza y lealtad hacia los demás seres celestiales.
Pero un día, durante una gran guerra celestial, algo terrible ocurrió. El dios supremo dio la orden de atacar a las criaturas oscuras que amenazaban la paz en el universo. Sin embargo, Ariel notó que muchas de estas criaturas eran inocentes y no merecían ser destruidas.
Decidió desobedecer al dios supremo y ayudar a aquellos que estaban siendo perseguidos injustamente. Cuando el dios supremo se enteró de la traición de Ariel, se llenó de ira y decidió castigarlo severamente.
Lo desterró del cielo y lo envió a una tierra lejana donde nunca más podría volver a volar o utilizar sus poderes divinos. Ariel estaba triste y enfadado por haber sido traicionado por aquel al que tanto había servido.
Juró vengarse del dios supremo por su injusticia y buscaría cualquier forma posible para lograrlo. Sin embargo, mientras vagaba por la tierra con su corazón lleno de rencor, encontró a un grupo de niños jugando en un parque.
Eran felices e inocentes, sin preocuparse por los problemas del mundo. Ariel sintió curiosidad por ellos y decidió observarlos desde lejos. Un día, mientras espiaba a los niños en el parque, vio cómo uno de ellos tropezaba y caía al suelo llorando desconsoladamente.
El niño se había lastimado la rodilla y no podía levantarse. Ariel, a pesar de su resentimiento, sintió compasión por el pequeño. Se acercó sigilosamente al niño y le susurró al oído: "No te preocupes, pequeño.
Te ayudaré a sanar tu herida". De repente, una luz brillante envolvió la rodilla del niño y en un abrir y cerrar de ojos, la herida desapareció por completo.
El niño se levantó sorprendido y miró a su alrededor sin entender lo que había sucedido. Ariel sonrió y dijo: "Soy un ángel caído, pero eso no significa que haya perdido mi capacidad de amar y ayudar a los demás". Ariel continuó observando a los niños durante mucho tiempo.
Los ayudaba en secreto cuando necesitaban consuelo o protección. Poco a poco, el resentimiento en su corazón se fue disipando y fue reemplazado por amor y compasión.
Un día, mientras Ariel estaba ocupado ayudando a uno de los niños con sus problemas escolares, escuchó una voz familiar detrás de él. Era el dios supremo, quien había estado observándolo todo este tiempo.
El dios supremo le dijo: "Ariel, veo que has aprendido una valiosa lección sobre el poder del amor y la bondad hacia los demás". Reconozco mi error al castigarte tan severamente por tu acto de compasión. Estoy dispuesto a perdonarte". Ariel miró al dios supremo con asombro e incredulidad.
No podía creer que después de todo lo que había pasado, finalmente había encontrado la redención. Desde ese día en adelante, Ariel se convirtió en un ángel de la compasión y el perdón.
Ayudó a los niños y a todas las personas que encontró en su camino, recordándoles siempre que el amor y la bondad pueden superar cualquier rencor o deseo de venganza.
Y así, Ariel enseñó al mundo una lección importante: no importa cuán injusto o traicionado te sientas, siempre hay espacio para el amor y la compasión. Porque solo a través del perdón podemos encontrar la verdadera paz en nuestro corazón.
FIN.