El animalón bondadoso



Había una vez en el bosque de la Patagonia un animal muy especial llamado Remolón. A diferencia de los demás animales, Remolón era un animalón que tenía partes de otros animales.

Tenía la cabeza de un león, las alas de un águila y la cola de una serpiente. Pero a pesar de su aspecto único, Remolón era amigable y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.

Remolón vivía en una pequeña cueva en lo alto del cerro, desde donde podía observar todo el bosque. Cada año, cuando llegaba diciembre, Remolón se emocionaba mucho porque sabía que la navidad estaba cerca.

Le encantaba ver cómo los animales del bosque se preparaban para celebrar esa fecha tan especial. Un día, mientras volaba por el cielo con sus alas de águila, Remolón vio algo extraño en el camino hacia el pueblo vecino.

Se trataba de un grupo de pajaritos que estaban perdidos y no sabían cómo regresar a su nido. Remolón decidió acercarse y preguntarles qué les había pasado. Los pajaritos explicaron que habían salido volando muy lejos y ahora no encontraban el camino de vuelta.

Estaban asustados y tristes porque pensaban pasar la navidad sin sus familias. Remolón sintió mucha empatía por ellos y les propuso llevarlos hasta su nido con ayuda de sus poderosas alas. Los pajaritos aceptaron emocionados y juntos emprendieron el viaje hacia el nido.

En ese momento, mientras volaban por encima del bosque, escucharon unos ruidos extraños provenientes de un arbusto. Remolón decidió investigar y descubrió a un conejito atrapado en una red de caza. El conejito estaba asustado y no podía liberarse por sí mismo.

Remolón, con su cola de serpiente, se acercó sigilosamente y cortó la red con sus afilados dientes. El conejito quedó libre y muy agradecido.

Los pajaritos y el conejito se sumaron al viaje hacia el nido, ahora como amigos inseparables de Remolón. Juntos volaron hasta llegar al árbol donde estaban los nidos de los pajaritos. Cuando llegaron, las familias de los pajaritos estaban preocupadas y felices al mismo tiempo.

Los abrazaron emocionados mientras les contaban lo que había pasado. También le dieron las gracias a Remolón por ayudarles a encontrar el camino de vuelta. Mientras tanto, en el pueblo vecino, todos los animales estaban preparando la gran fiesta navideña.

Sabían que era importante estar juntos y compartir momentos especiales en esta fecha tan especial. Remolón decidió invitar a sus nuevos amigos para que también pudieran disfrutar de la navidad en compañía. Los pajaritos cantaron hermosas canciones navideñas mientras el conejito saltaba felizmente entre ellos.

La fiesta fue maravillosa: había comida deliciosa, regalos para todos y mucha alegría en el aire. Todos los animales del bosque celebraron juntos esa noche mágica.

Desde aquel día, Remolón supo que la navidad no solo era un momento para recibir regalos, sino también para dar amor y ayudar a los demás. Aprendió que, aunque era diferente, podía hacer cosas extraordinarias con su aspecto único.

Y así, Remolón siguió viviendo aventuras junto a sus amigos en el bosque de la Patagonia, siempre dispuesto a ayudar y recordando el verdadero espíritu de la navidad: la generosidad y el amor hacia los demás.

FIN.

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