El Aniversario Sorprendente



Era un día soleado en la preparatoria. Gustavo, un joven de 18 años con una sonrisa siempre lista, estaba emocionado por el aniversario de la escuela. Todos los alumnos se habían unido para celebrar, y cada grupo traía su propio entusiasmo. Aunque él y Liza, de 19 años, estudiaban en aulas distintas, el aniversario era la oportunidad perfecta para conocerse.

Cuando llegaron al evento, cada salón recibió instrucciones para participar en una serie de juegos y competencias que ayudarían a fortalecer los lazos entre los estudiantes. Sin embargo, cuando el director anunció la formación de los grupos, Gustavo y Liza se encontraron en el mismo equipo.

"¡Qué suerte!" - exclamó Gustavo, mirando a Liza con curiosidad.

"Sí, nunca pensé que llegaríamos a compartir un equipo" - contestó Liza, sorprendida pero contenta.

El primer juego consistía en una carrera de relevos, donde cada equipo tenía que llevar un globo de un punto a otro sin que se les explote. Gustavo, experto en deportes, se ofreció como el primero en correr.

"Voy a hacerlo rápido y fácil, ¡mirá!" - dijo con confianza mientras tomaba el globo entre sus manos.

El globo voló por los aires, y mientras corría, se dio cuenta de que Liza lo estaba animando desde la línea de salida:

"¡Vamos, Gustavo! ¡Sos rápido, no dejes que lo revienten!"

Pero en su ímpetu, Gustavo chocó accidentalmente con otro compañero. El globo se pinchó con un ruido estruendoso que hizo que todos se quedaran en silencio, y fue entonces que sintió una pequeña punzada de vergüenza.

"Ups, parece que arruiné nuestro primer juego" - dijo Gustavo, girándose hacia Liza con una sonrisa nerviosa.

"No te preocupes, puede pasar. Lo importante es que sigamos intentando" - respondió Liza, tratando de animarlo.

Al pasar el tiempo, los juegos continuaron y aunque algunos salieron mal, Gustavo y Liza se dieron cuenta de que lo más valioso no era ganar, sino disfrutar de la experiencia juntos. Se rieron y comenzaron a conocerse más.

"¿Tienes algún hobby fuera de la escuela?" - preguntó Gustavo, mientras esperaban su turno en el próximo juego.

"Sí, me encanta pintar. La creatividad me hace sentir libre" - contestó Liza con entusiasmo.

"¡Eso suena genial! A mí me gusta la fotografía. Tal vez podríamos hacer algo juntos" - mencionó Gustavo, sorprendiendo a Liza con la idea.

Mientras tanto, el equipo seguía compitiendo. Para el último juego, tenían que resolver acertijos en grupo. Aquí, Gustavo recordó lo que Liza había dicho sobre ser creativa y decidió darle el espacio para que liderara la discusión,

"¿Qué dices, Liza? ¿Tenés alguna idea sobre cómo resolver este acertijo?" - le preguntó.

Liza, un poco nerviosa, sonrió y comenzó a compartir sus pensamientos. Gracias a su idea, el equipo logró resolver el acertijo en poco tiempo.

"¡Lo hicimos, Gustavo! ¡Buena elección!" - gritó Liza con alegría, mientras los demás aplaudían.

El evento fue un éxito, pero también representó algo más grande: la unión de diferentes personalidades y el descubrimiento de talentos individuales. El director los reunió una vez más al final de la jornada y, sorprendidos, anunció que el equipo de Gustavo y Liza había sido uno de los más creativos.

"¡No puedo creerlo!" - exclamó Gustavo, mientras todos los demás celebraban con gritos de felicidad.

Liza lo miró con una sonrisa: "Esto demuestra que a veces, los momentos inesperados pueden llevar a grandes resultados."

Y así, del aniversario de la preparatoria no solo salieron con recuerdos inolvidables, sino que también cultivaron una nueva amistad, aprendiendo que juntos podían enfrentar cualquier desafío. Desde ese momento, Gustavo y Liza comenzaron a colaborar más, pintando y tomando fotografías, creando así un lazo que trascendía el aula,

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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