El aprendiz de las estrellas


Tomás era un niño muy especial. Desde pequeño, descubrió que tenía habilidades mágicas y su mayor sueño era convertirse en un gran mago.

Por eso, cuando cumplió los 10 años, sus padres lo inscribieron en el prestigioso Colegio de Magia "Estrella Brillante". El primer día de clases, Tomás estaba emocionado pero también nervioso. No conocía a nadie y temía no ser tan bueno como los demás magos.

Sin embargo, al llegar al colegio, se encontró con otros niños igual de entusiasmados y ansiosos por aprender. La directora del colegio, la profesora Aurora, les dio la bienvenida a todos y les explicó que durante ese año aprenderían diferentes hechizos y encantamientos para mejorar sus habilidades mágicas.

También les habló sobre la importancia de trabajar en equipo y ayudarse mutuamente. Durante las primeras semanas de clases, Tomás se esforzó mucho por aprender cada hechizo y practicaba incansablemente en su dormitorio.

Pero a pesar de todo su esfuerzo, siempre cometía errores y no lograba hacer los conjuros correctamente.

Un día, mientras caminaba por los jardines del colegio sintiéndose desanimado, escuchó una voz proveniente de un arbusto cercano: "-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás triste?", preguntó una pequeña hada llamada Luna. Tomás se sorprendió al verla y le contó sobre sus dificultades para hacer magia correctamente. Luna sonrió con ternura y le dijo: "-Todos cometemos errores cuando estamos aprendiendo algo nuevo.

Lo importante es nunca rendirse. "Inspirado por las palabras de Luna, Tomás decidió no darse por vencido y seguir practicando.

Buscó la ayuda de sus compañeros de clase y juntos crearon un grupo de estudio donde se ayudaban mutuamente a mejorar sus habilidades mágicas. Con el tiempo, los hechizos comenzaron a salir mejor y Tomás ganó confianza en sí mismo.

Pero justo cuando pensaba que todo iba bien, se enteró de que habría una competencia entre las diferentes casas del colegio para elegir al mago más talentoso. Tomás estaba nervioso pero sabía que había trabajado duro y estaba preparado. Durante la competencia, demostró su destreza en cada uno de los desafíos mágicos.

Sin embargo, cuando llegó el momento del último hechizo, algo salió mal y todos los demás magos lo lograron excepto él. Tomás se sintió devastado. Había fallado en su prueba más importante hasta ahora.

Pero antes de poder derramar una lágrima, sus compañeros se acercaron a él con una sonrisa reconfortante. "-No importa si cometiste un error", dijo uno de ellos. "-Lo importante es que te esforzaste y diste lo mejor de ti.

"Los compañeros animaron a Tomás a intentarlo nuevamente y le recordaron todo lo que había logrado hasta ese momento. Con su apoyo incondicional, Tomás encontró la fuerza para levantarse y hacer el hechizo correctamente.

Para sorpresa de todos, el hechizo resultó ser tan poderoso que iluminó todo el colegio con su brillo mágico. La profesora Aurora felicitó a Tomás por su persistencia y le dijo que había demostrado ser un verdadero mago. Desde ese día, Tomás se convirtió en uno de los mejores magos del colegio.

Aprendió que los errores son oportunidades para crecer y que el apoyo de los demás es fundamental en el camino hacia el éxito.

Y así, con una sonrisa en su rostro y la confianza en su corazón, Tomás continuó su aventura mágica, sabiendo que siempre habría nuevos desafíos por superar y amigos dispuestos a ayudarlo en cada paso del camino.

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