El aprendizaje de Joaquín


Había una vez un bebé llamado Joaquín que vivía en una hermosa estancia en la provincia de Buenos Aires, rodeado de campos verdes y animales criollos.

Desde que nació, Joaquín tenía una característica muy especial: era un bebé muy inquieto y siempre estaba gritando. - ¡Waaaaaaaah! -gritaba Joaquín mientras jugaba con su pelota de colores. - Tranquilo, Joaquín, no grites tanto -le decía su mamá mientras lo abrazaba cariñosamente.

Pero por más que su mamá intentara calmarlo, Joaquín seguía gritando sin parar. Incluso los vecinos podían escuchar sus fuertes alaridos desde lejos. Esto preocupaba mucho a sus padres, quienes querían encontrar una solución para que Joaquín dejara de gritar tanto.

Un día, mientras paseaban por el campo, se encontraron con Don Pedro, el sabio anciano de la estancia. Don Pedro era conocido por tener respuestas para todo y ser muy sabio. - Don Pedro, necesitamos tu ayuda -dijo la mamá de Joaquín-.

Nuestro hijo no deja de gritar y estamos desesperados. Don Pedro miró a Joaquín detenidamente y sonrió. - No se preocupen, tengo una idea que podría ayudar -dijo Don Pedro-. Pero antes necesito contarles una historia.

Los padres asintieron ansiosos por escuchar la historia del sabio anciano. - Hace mucho tiempo vivió un pequeño potrillo llamado Pampa -comenzó Don Pedro-. Al igual que Joaquín, Pampa era muy inquieto y siempre estaba corriendo por todos lados.

Un día, Pampa decidió aventurarse más allá de los límites de la estancia. - ¿Y qué pasó, Don Pedro? -preguntaron los padres, intrigados. - Pampa se encontró con un grupo de caballos salvajes que vivían en el monte.

Ellos le enseñaron a ser fuerte y valiente, pero también le enseñaron algo muy importante: a escuchar antes de hablar -respondió Don Pedro. Joaquín escuchaba atentamente la historia mientras jugueteaba con su pelota.

- Desde ese día, Pampa aprendió que no siempre era necesario correr y gritar para llamar la atención. Aprendió a ser paciente y a escuchar lo que los demás tenían para decir -continuó Don Pedro-. Creo que Joaquín podría aprender mucho de esta historia.

Los padres miraron a Joaquín con cariño y decidieron poner en práctica las palabras del sabio anciano.

A partir de ese día, cada vez que Joaquín comenzaba a gritar sin razón aparente, sus padres le contaban la historia de Pampa y le recordaban lo importante que era escuchar antes de hablar. Poco a poco, Joaquín comenzó a entender el valor de la paciencia y el poder del silencio. Dejó de gritar tanto y empezó a prestar atención al mundo que lo rodeaba.

Descubrió sonidos nuevos como el canto de los pájaros, el viento soplando entre los árboles y hasta pudo disfrutar del dulce arrullo nocturno de los grillos. Con el tiempo, Joaquín se convirtió en un niño tranquilo y atento.

Aprendió a comunicarse de manera adecuada, escuchando a los demás y expresando sus pensamientos con palabras en lugar de gritos.

Y así, Joaquín el bebé gritón y comilón de criollos se convirtió en un niño educado y respetuoso que supo valorar la importancia del silencio y la paciencia. Y cada vez que alguien le preguntaba cómo había logrado cambiar tanto, él respondía con una sonrisa:- Gracias a la historia de Pampa, aprendí que el silencio también es una forma hermosa de comunicarse.

Desde entonces, Joaquín se convirtió en un ejemplo para todos los niños de la estancia, demostrándoles que no hay problema tan grande que no pueda ser solucionado con paciencia, comprensión y sobre todo, escuchando antes de hablar.

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