El aprendizaje de Mateo


Mateo era un niño muy cariñoso y siempre estaba dispuesto a dar abrazos a todos.

Desde que se levantaba por la mañana hasta que se acostaba por la noche, Mateo buscaba oportunidades para demostrar su amor y afecto hacia las personas que lo rodeaban. Un día, mientras caminaba por el parque con su mamá, vio a una señora mayor sentada en un banco. Sin pensarlo dos veces, Mateo corrió hacia ella y la abrazó fuertemente.

La señora sonrió y le agradeció el gesto amable de Mateo. Pero ese mismo día, algo inesperado sucedió. Mientras paseaban cerca de un lago, Mateo vio a un perro jugando en la orilla del agua.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él para darle un abrazo también. Pero justo cuando estaba llegando al perro, resbaló y cayó al agua. "Mamá! ¡Ayuda!", gritó Mateo mientras luchaba por mantenerse a flote.

Su mamá corrió rápidamente hacia él y lo sacó del agua fría. "¡Oh Mateo! Debes tener cuidado", dijo su mamá preocupada mientras lo envolvía en una toalla caliente. "A veces ser tan cariñoso puede ponerte en peligro".

Mateo comprendió las palabras de su mamá y prometió ser más cauteloso en el futuro. Aunque seguía siendo cariñoso con los demás, aprendió que debía prestar atención a su entorno para evitar accidentes. Los días pasaron y Mateo continuó dando abrazos a todas las personas que conocía.

Pero ahora lo hacía de una manera más segura y consciente. Antes de abrazar a alguien, se aseguraba de que estuviera en un lugar seguro y no corriera ningún riesgo.

Un día, mientras Mateo estaba en el parque jugando con sus amigos, vio a un niño llorando en un rincón. Sin pensarlo dos veces, se acercó a él y le preguntó qué le pasaba. "-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás triste?", preguntó Mateo con preocupación.

"-Perdí mi pelota favorita", respondió el niño sollozando. Mateo sabía que el niño necesitaba consuelo y decidió darle un abrazo reconfortante. Pero esta vez, antes de hacerlo, miró alrededor para asegurarse de que no hubiera peligro cerca.

Después del abrazo, el niño sonrió tímidamente y agradeció a Mateo por su amabilidad. Juntos buscaron la pelota perdida y finalmente la encontraron detrás de unos arbustos.

A partir de ese día, Mateo continuó siendo cariñoso con los demás, pero siempre recordaba ser prudente y estar atento a su entorno. Aprendió que ser amoroso es maravilloso, pero también debe ir acompañado de responsabilidad.

Y así fue como Mateo aprendió una valiosa lección: ser cariñoso está bien, pero es importante cuidar nuestra seguridad y la seguridad de los demás al mismo tiempo. Desde entonces, cada vez que daba un abrazo o recibía uno, sonreía sabiendo que era capaz de demostrar su amor sin ponerse en peligro.

Y eso lo hacía sentir orgulloso de sí mismo. .

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