El aprendizaje de Mateo



Había una vez en un pequeño pueblo de Colombia, un niño travieso y desobediente llamado Mateo. Desde muy pequeño, Mateo siempre hacía lo que quería sin importarle las consecuencias.

Sus padres, preocupados por su comportamiento, intentaban enseñarle buenos modales y la importancia de seguir las reglas, pero Mateo parecía no prestarles atención. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Mateo vio a lo lejos un letrero que decía "Prohibido pisar el césped".

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el césped y comenzó a saltar sobre él sin importarle la advertencia.

De repente, el cuidador del parque se acercó furioso:- ¡Oye tú! ¿No ves que está prohibido pisar el césped? ¡Estás dañando las plantas! Pero Mateo simplemente se rió y siguió saltando. El cuidador, frustrado por la actitud del niño, decidió llamar a los padres de Mateo para contarles lo sucedido.

Al llegar a casa, los padres de Mateo conversaron seriamente con él sobre la importancia de respetar las normas y cuidar el medio ambiente. Le explicaron que sus acciones tenían consecuencias no solo para él, sino también para los demás.

A pesar de todo, al día siguiente Mateo decidió escaparse de casa para explorar un bosque cercano que tenía una señal grande que decía "Peligro: Zona restringida". Intrigado por lo desconocido, Mateo ignoró la advertencia y se adentró en el bosque sin pensar en las posibles consecuencias.

Pronto se dio cuenta de que había cometido un error al encontrarse cara a cara con un grupo de monos salvajes. Asustado y arrepentido, intentó retroceder pero se había perdido completamente. Los monos empezaron a rodearlo curiosos e inquietos.

- ¡Ayuda! ¡Por favor ayúdenme! -gritaba desesperado Mateo mientras trataba de recordar cómo salir del bosque. En ese momento apareció el cuidador del parque quien había seguido las huellas de Mateo hasta allí.

Con valentía logró ahuyentar a los monos y rescatar al niño asustado. Después de este incidente tan peligroso e inesperado, finalmente algo cambió en Mateo.

Comprendió que desobedecer las reglas podía ponerlo en situaciones riesgosas y afectar no solo su vida sino también la de quienes lo rodeaban. Desde entonces, Mateo aprendió a valorar las normas establecidas por una razón y entendió que ser obediente no significaba perder su libertad sino ganarse el respeto y la confianza de los demás.

Y así fue como aquel niño travieso se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo; demostrando que siempre es mejor seguir las reglas y escuchar a quienes nos quieren enseñar lo correcto.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!