El aprendizaje de Tomás



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Tomás que siempre estaba metido en problemas. Le encantaba correr por todas partes y no prestaba atención a las advertencias de sus padres.

Un domingo por la mañana, los padres de Tomás decidieron llevarlo a la iglesia del pueblo para que escuchara el sermón del Padre Juan. Sin embargo, apenas llegaron a la iglesia, Tomás se aburrió rápidamente y comenzó a inquietarse en su asiento.

Mientras el Padre Juan hablaba sobre la importancia de la bondad y la compasión, Tomás empezó a moverse inquieto en su silla. De repente, una niña llamada Lola que estaba sentada detrás de él lo miró con preocupación.

Sin pensarlo dos veces, Lola tomó la mano de Tomás y lo sacó sigilosamente del banco. - ¡Vamos! ¡Tenemos cosas más divertidas que hacer que escuchar sermones aburridos! -le dijo Lola con una sonrisa traviesa.

Tomás se sorprendió al principio, pero luego se dejó llevar por la emoción de escapar de la monotonía de la iglesia. Juntos salieron corriendo hacia el parque del pueblo, riendo y disfrutando cada momento.

Mientras jugaban en el parque, Lola le enseñó a Tomás sobre la importancia de ser amable con los demás y cómo pequeños actos de bondad podían marcar una gran diferencia en el mundo.

Tomás escuchaba atentamente las palabras de Lola y poco a poco fue dándose cuenta de lo importante que era ser considerado con los demás. De regreso a casa, Tomás se despidió de Lola con una sonrisa enorme en su rostro.

Esa tarde había aprendido una valiosa lección gracias a su nueva amiga: nunca es tarde para cambiar y convertirse en una mejor persona. Desde ese día, Tomás se convirtió en uno de los niños más amables y respetuosos del pueblo.

Siempre recordaba las palabras sabias de Lola y trataba de aplicarlas en su vida diaria.

Y así, gracias a un gesto tan simple como tomarlo de la mano para sacarlo del aburrimiento, Lola ayudó a transformar no solo la vida de Tomás, sino también todo el pueblo de Villa Esperanza donde juntos aprendieron que siempre hay espacio para crecer y mejorar como personas.

FIN.

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