El árbol amigo



Había una vez un hermoso árbol en medio de un frondoso bosque. Este árbol se destacaba por tener unas hojas muy verdes y brillantes, y su tronco era grueso y café.

Pero lo más especial de este árbol eran sus frutos, unos deliciosos y jugosos frutos rojos que alegraban a todos los animales del bosque. El árbol siempre estaba feliz cuando veía a los animales disfrutar de sus frutos.

Les ofrecía sombra en días calurosos y refugio en días lluviosos. Era solidario con todos ellos, compartiendo generosamente sus ricos frutos. Sin embargo, a pesar de su apariencia radiante, el árbol tenía momentos de tristeza profunda. A veces se sentía solo e incomprendido.

Anhelaba tener alguien con quien compartir su vida y experiencias. Un día, mientras el árbol estaba sumido en la tristeza, llegó un pequeño pájaro llamado Pipo.

Pipo había perdido su hogar debido a una tormenta y estaba buscando desesperadamente un lugar donde vivir. Al ver al pajarito tan indefenso, el árbol sintió compasión hacia él y decidió ayudarlo. Le ofreció cobijo entre sus ramas y le compartió algunos de sus frutos para alimentarse.

Pipo quedó encantado con la amabilidad del árbol y decidió quedarse allí permanentemente. Juntos formaron una gran amistad basada en la confianza mutua. Con el tiempo, más animales comenzaron a acercarse al árbol para disfrutar de sus beneficios y también encontraron refugio en sus ramas.

El árbol se convirtió en un lugar de encuentro y compañerismo para todos los habitantes del bosque. El árbol, que antes se sentía triste y solo, ahora estaba lleno de felicidad y gratitud.

Había encontrado su propósito en la vida al brindar amor y apoyo a los demás seres vivos. Los animales del bosque aprendieron importantes lecciones de solidaridad y compañerismo gracias al árbol. Comprendieron que cuando nos ayudamos mutuamente, todos somos más fuertes y felices.

Desde ese día, el árbol con frutos rojos se convirtió en un símbolo de esperanza y amistad para todo el bosque. Y cada vez que alguien necesitaba consuelo o compañía, sabía que podía contar con él.

Y así, el árbol con frutos rojos enseñó a todos que la verdadera felicidad reside en dar amor desinteresadamente a los demás.

FIN.

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