El árbol caminante



Eduardo y su padre Milton caminaban por el campo admirando la belleza de la naturaleza. De repente, Eduardo notó algo extraño en un árbol gigante que estaba a lo lejos.

- ¡Papá, mira ese árbol! Parece que está moviéndose - exclamó Eduardo. - Eso es imposible, hijo. Los árboles no pueden moverse - respondió su padre con una sonrisa. Sin embargo, cuando se acercaron al árbol, se dieron cuenta de que Eduardo tenía razón.

El árbol estaba moviéndose lentamente y parecía estar desenterrando sus raíces. - ¡Mira papá! - gritó emocionado Eduardo - Hay un aguila saliendo del árbol. Y efectivamente, un majestuoso águila salió volando del interior del tronco y se posó en una rama cercana.

- Es increíble - dijo Milton impresionado - Nunca había visto algo así antes. Eduardo y su padre decidieron seguir al águila para ver a dónde iba.

La siguieron durante horas hasta que llegaron a una hermosa montaña rodeada de cascadas y arroyos cristalinos. Allí encontraron a otros animales hablando sobre el misterioso árbol gigante. Resultaba que el ave vivía allí desde hacía muchos años y era considerada como la protectora de la montaña por los demás animales.

Los animales contaron la historia detrás del árbol: hace mucho tiempo hubo una gran sequía en esa zona. Todos los ríos se secaron y los animales empezaron a morir lentamente.

Fue entonces cuando el águila encontró el árbol y se refugió allí. La magia del árbol permitió que la lluvia volviera a caer en la montaña, salvando así a todos los animales.

Desde ese día, el árbol gigante había caminado cada mañana para llevar al águila hasta la cima de la montaña para que pudiera volar libremente y proteger a los demás animales.

Eduardo aprendió que nunca debía subestimar lo que es posible en la naturaleza y cómo incluso las cosas más pequeñas pueden tener un gran impacto en nuestro mundo. También aprendió sobre el valor de proteger nuestro medio ambiente y cómo cada uno de nosotros puede hacer una diferencia si trabajamos juntos.

A partir de ese día, Eduardo visitaba regularmente al águila y al resto de los animales en la montaña y se aseguraba de hacer su parte para mantener el equilibrio natural del lugar.

FIN.

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