El Árbol de la Amistad
Había una casa abandonada en el medio del bosque, que todos los niños del pueblo evitaban porque decían que estaba embrujada por fantasmas y sombis.
Sin embargo, un grupo de amigos llamados Sofía, Juan y Martín decidieron explorarla para ver si realmente era cierto lo que se decía. "¿Están seguros de querer entrar allí?" preguntó Sofía con temor. "¡Claro! No le tenemos miedo a nada", respondió Juan tratando de ocultar su miedo.
"Bueno, ¡vamos entonces!" dijo Martín con entusiasmo. Cuando entraron en la casa, encontraron todo oscuro y polvoriento. Las paredes estaban llenas de telarañas y las ventanas rotas dejaban pasar la luz del sol.
De repente, escucharon un ruido detrás de ellos y se dieron vuelta rápidamente. Se asustaron mucho al ver una figura extraña caminando hacia ellos. "¡Fantasma!", gritó Sofía mientras corrían hacia la puerta.
"¡Esperen! Creo que es sólo un muñeco viejo", dijo Martín después de examinarlo más detenidamente. Los chicos siguieron explorando la casa sin encontrar nada más interesante hasta que llegaron al sótano. Allí descubrieron algo sorprendente: había una planta creciendo en medio de todas las cosas viejas y sucias.
"¡Miren esto! Una planta hermosa creciendo aquí abajo", exclamó Juan emocionado. "Parece estar sola... ¿qué tal si nos encargamos nosotros de cuidarla?", sugirió Sofía. Los tres amigos decidieron llevar la planta a casa y cuidarla juntos.
La regaron todos los días, le dieron sol y la abonaron hasta que creció hermosa y fuerte. Descubrieron que trabajar en equipo les hacía sentir bien y que podían hacer algo bueno por el medio ambiente.
Un día, volvieron a visitar la casa abandonada para ver si encontraban más plantas como esa. Esta vez, no tuvieron miedo porque sabían que trabajar juntos los hacía más fuertes. Encontraron varias plantas más que cuidaron con mucho amor y dedicación.
"¡Miren todo lo que hemos logrado gracias a nuestra amistad!", exclamó Martín emocionado. "Sí, ¡y todo comenzó cuando enfrentamos nuestros miedos en esa casa embrujada!", agregó Juan sonriendo.
Desde ese día, los chicos se convirtieron en defensores del medio ambiente de su pueblo y plantaron árboles por todas partes. Aprendieron que el trabajo en equipo puede lograr cosas increíbles y que no hay nada mejor que vencer tus miedos para descubrir nuevas oportunidades.
Y así termina esta historia inspiradora de amistad y valentía frente a los temores imaginarios.
FIN.