El Árbol de la Amistad

En un hermoso jardín de una escuela muy especial, se encontraba el árbol más grande y frondoso que los niños de nivel inicial habían visto.

Este árbol era conocido como "Don Álamo", y era tan alto que su sombra cubría todo el patio de recreo. Un día soleado, mientras los niños jugaban alrededor de Don Álamo, la profe Solanlly les dijo: "Hoy vamos a hacer algo diferente, vamos a aprender sobre la importancia de cuidar la naturaleza".

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Los ojitos curiosos de los pequeños brillaron con emoción. - ¡Qué emoción! ¿Qué vamos a hacer, profe? - preguntó Waldry emocionado. - Vamos a plantar estas semillas de habichuelas para que crezcan y se conviertan en una hermosa planta.

Pero antes, necesitamos preparar la tierra y regarla con cuidado - explicó la profe Yunilka mientras sostenía una bolsita llena de semillas. Los niños se pusieron manos a la obra y ayudaron a preparar la tierra con mucho entusiasmo.

Cada uno tomó un puñado de tierra y lo esparció alrededor del lugar donde iban a sembrar las habichuelas. Luego, regaron con mucho cuidado cada semilla. Pasaron los días y las habichuelas comenzaron a crecer poco a poco.

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Los niños estaban felices viendo cómo sus plantitas crecían sanas y fuertes gracias al cariño que les brindaban todos los días.

Un día, cuando fueron al jardín para ver cómo estaban las plantitas, descubrieron algo inesperado: una serpiente había llegado al jardín y asustaba a las abejitas que revoloteaban por allí. Los niños sintieron miedo al principio, pero recordaron lo importante que era respetar a todos los seres vivos. - ¡Tranquilos chicos! No hay razón para tener miedo.

Las serpientes son parte importante del ecosistema y solo quieren estar en su hábitat natural - explicó la profe Solanlly con calma. Los niños observaron con atención cómo la serpiente se deslizaba entre las ramas del árbol sin hacerles daño.

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Aprendieron así que todas las criaturas tienen su lugar en el mundo y merecen respeto. Mientras tanto, cerca del jardín, un cangrejo estaba perdido buscando su camino de regreso al río.

El gatito curioso trató de acercarse para jugar, pero el cangrejo asustado levantó sus pinzas en defensa propia. - ¡Oh no! El cangrejo está asustado - exclamó Naisha preocupada. - Tranquila Naisha, vamos a ayudarlo.

Necesitamos llevarlo hasta el río para que pueda estar seguro en su hogar - propuso Andrik valientemente. Con mucha precaución, Andrik logró tomar al cangrejo en sus manos sin lastimarlo y lo llevó hasta el río cercano donde pudo zambullirse felizmente entre las aguas frescas.

Los niños celebraron orgullosos haber ayudado a otro animalito necesitado. Entendieron entonces lo gratificante que era cuidar del medio ambiente y todas las criaturas que viven en él. Fin

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