El Árbol de la Amistad



Había una vez una familia de ardillas que vivía en un hermoso árbol del bosque. El papá, la mamá y sus tres pequeñas ardillitas disfrutaban de su hogar rodeado de naturaleza.

Cada día, las ardillitas salían a jugar y explorar el bosque mientras sus padres los observaban con cariño desde lo alto del árbol.

Un día, mientras jugaban entre las hojas caídas, comenzó a oscurecerse el cielo y se escucharon los truenos anunciando la llegada de una fuerte tormenta. Las ardillitas rápidamente corrieron hacia su hogar en busca de refugio. Pero cuando llegaron al árbol, se dieron cuenta de que algo estaba mal.

La lluvia había debilitado las ramas y estas no soportaron el peso de todas ellas al mismo tiempo. - ¡Papá! ¡Mamá! ¡El árbol está a punto de caerse! -gritó la más pequeña asustada.

Sin perder tiempo, el papá ardilla les dijo a sus hijos que saltaran sobre su espalda para llevarlas a un lugar seguro. Con mucho cuidado, saltaron desde las ramas hasta el suelo y corrieron hacia un hueco en otro árbol cercano donde podrían resguardarse.

La mamá ardilla se quedó atrás para asegurarse de que todos estuvieran fuera del peligro antes de abandonar su querido hogar. Mientras tanto, la tormenta arreciaba y los vientos soplaban cada vez más fuerte. Finalmente, la mamá logró llegar al nuevo refugio justo antes de que el viejo árbol cayera.

Las ardillitas se abrazaron aliviadas y agradecieron por estar todos juntos y a salvo. Pero ahora, la familia de ardillas tenía un nuevo desafío por delante: encontrar un nuevo hogar.

Con la ayuda de su mamá y papá, las ardillitas comenzaron a explorar el bosque en busca de un lugar seguro donde vivir. Después de mucho buscar, encontraron un árbol grande y fuerte que parecía perfecto para ellos. Pero había otro problema: ya estaba ocupado por una familia de pájaros.

- ¡Hola! -dijo la mamá ardilla con amabilidad-. Somos una familia de ardillas y estamos buscando un nuevo hogar. ¿Sería posible compartir este árbol con ustedes? Los pájaros miraron sorprendidos pero después sonrieron.

- Claro que sí -respondió el papá pájaro-. Será un placer tenerlos como vecinos. Así fue como las dos familias decidieron convivir en armonía bajo el mismo techo.

Los pájaros construyeron sus nidos en las ramas más altas del árbol mientras que las ardillas encontraron refugio en los huecos del tronco. Con el tiempo, ambas familias se hicieron muy cercanas y aprendieron muchas cosas unas de otras.

Las ardillitas aprendieron a volar aunque fuera solo en sus sueños, mientras que los pajaritos aprendieron a trepar los árboles como si fueran verdaderas ardillas. Juntos disfrutaban de cada día explorando el bosque, recolectando frutos y compartiendo risas bajo su querido árbol.

Aprendieron que no importa cuántos cambios y desafíos enfrenten en la vida, siempre hay una forma de adaptarse y encontrar la felicidad. Y así, la familia de ardillas y los pájaros vivieron felices bajo el mismo árbol, recordando siempre que la naturaleza nos enseña que somos más fuertes cuando trabajamos juntos.

FIN.

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