El Árbol de la Amistad



Había una vez, en un alegre bosque lleno de árboles cantores y flores danzantes, un árbol muy especial llamado Amigo. Amigo era un hermoso roble que siempre estaba lleno de vida y tenía una gran sonrisa en su corteza. Todos los animales del bosque lo adoraban y se reunían bajo su sombra para jugar y contar historias.

Un día, mientras los pájaros cantaban y las ardillas saltaban, un pequeño conejo llamado Rápido se acercó a Amigo.

"Hola, Amigo!" - gritó Rápido, moviendo sus orejas con emoción. "¿Te gustaría jugar a las escondidas con nosotros?"

"¡Claro que sí!" - respondió Amigo, moviendo sus ramas como si fueran brazos. "Estoy listo para hacerme el difícil de encontrar".

Los animales comenzaron a contar hasta veinte mientras Rápido se escondía detrás de un arbusto y Amigo trataba de no reírse con sus ramas moviéndose de un lado a otro. Pero al llegar al número veinte, los animales se pusieron a buscar, y entre risas y gritos, se olvidaron del juego.

En ese momento, llegó al bosque una nueva inquilina, una pequeña ardilla llamada Clara. Clara, tímida y asustada, se acercó poco a poco a los demás animales que jugaban. Cuando Amigo la vio, se dio cuenta de que ella se sentía sola.

"¡Hola, pequeña!" - la saludó Amigo con su voz suave. "¿Por qué no te unes a nosotros?"

Clara dudó por un momento, pero la amabilidad de Amigo la hizo sentir bienvenida.

"Es que soy nueva y no tengo amigos..." - respondió ella, mirando al suelo.

"¡No te preocupes!" - replicó Amigo. "Todos fueron nuevos una vez. Te haremos sentir como en casa."

Con esas palabras, Clara tomó valor y se unió al juego. Todos los animales la recibieron con alegría y en poco tiempo, Clara estaba riendo y jugando junto con sus nuevos amigos. El bosque se llenó de risas mientras todos corrían y pensaban que el juego era lo más divertido del mundo.

Sin embargo, en medio de la risa, Clara se dio cuenta de que algunos de los animales parecían un poco cansados después de jugar tanto. Ella también se sentía un poco agotada.

"¿Por qué no descansamos un rato?" - sugirió Clara. "Podemos contar historias mientras disfrutamos de la sombra de Amigo."

"¡Gran idea!" - exclamó Rápido. "¡Vamos a hacerlo!"

Todos se acomodaron alrededor de Amigo, quien se sintió muy feliz de tenerlos a todos cerca.

"Voy a comenzar yo!" - dijo el gato Canela. "Un día conocí a un pez que podía volar..."

Las historias continuaron, desde aventuras en el mar hasta misteriosas exploraciones en el bosque. Todos estaban fascinados. Sin embargo, poco a poco, cada uno se fue dando cuenta de que estaba disfrutando tanto de la compañía que olvidaron el juego original.

De repente, Rápido tuvo una brillante idea.

"¿Qué tal si hacemos un juego nuevo? Podemos jugar a contar historias, pero cada uno tendrá que agregar un nuevo elemento. ¿Qué les parece?"

Todos estaban de acuerdo y comenzaron a crear juntos la historia más fantástica que jamás se había contado. Amigo escuchaba atentamente, sintiéndose agradecido por la unión de todos los amigos.

Al caer la tarde, los animales sabían que había sido un día increíble.

"Gracias, Amigo, por ser tan especial y por darnos este hermoso espacio para compartir nuestras aventuras y risas" - dijo Clara, mirándolo con gratitud.

"No hay de qué, queridos amigos. La verdadera magia del bosque son ustedes, juntos en armonía y amistad. Siempre que se reúnan aquí, este lugar será alegre y divertido" - añadió Amigo.

Así, el alegre bosque donde vivía Amigo, el árbol, se convirtió en el hogar de un sinfín de aventuras donde la amistad y la amabilidad siempre brillaban. Y cada vez que la pequeña ardilla Clara se sentía triste o sola, recordaba cómo Amigo la hizo sentir bienvenida y querida.

Desde aquel día, la unión de los amigos seguía creciendo y cada nuevo juego era una oportunidad para crear recuerdos que duraran para siempre.

FIN.

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