El Árbol de la Amistad



Había una vez, en un bello valle del Perú, un grupo de animales que vivían en armonía. Entre ellos estaban Lucho, un curiosísimo colibrí; Ana, una simpática tortuga; y Tito, un sabio y viejo sapo. Este lugar era conocido como el Valle del Amor, donde cada día brillaba el sol y un río cristalino fluía por sus alrededores.

Un día, mientras exploraban el bosque, los amigos se encontraron con una gran piedra en el centro del valle.

"¿Qué hará aquí esta roca gigante?" - preguntó Lucho, revoloteando alrededor de la piedra.

"Parece que tiene muchas historias que contar" - dijo Tito, mientras se acomodaba en una sombra fresca.

"¡Deberíamos preguntarle!" - propuso Ana, emocionada.

Así, uno a uno, los animales se acercaron a la piedra y comenzaron a hablarle.

"Querida piedra, ¿nos cuentas por qué estás aquí?" - inquirió Lucho.

Para sorpresa de todos, una suave voz resonó desde el interior de la roca.

"Soy el Guardián del Valle. Estoy aquí para proteger la historia de este lugar. Pero estoy triste, pues los árboles han comenzado a desaparecer. Sin ellos, no habrá más sombra ni compañía para ustedes."

Los animales quedaron atónitos.

"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó Ana, con la voz llena de determinación.

"Necesito de su ingenio y unidad. Si se unen, podrán traer de vuelta a los árboles. A través de la amistad, sembrarán una nueva vida" - explicó el Guardián.

Motivados por esas palabras, los amigos decidieron emprender una aventura. En su búsqueda, se encontraron con Rina, la Reina de las Mariposas, quien les dio un consejo.

"Si desean que crezca un árbol especial, deben buscar las semillas del Árbol de la Amistad. Solo crece donde hay verdadero amor y respeto entre las criaturas del valle."

Así, los amigos viajaron río arriba hasta encontrar un frondoso bosque. Allí conocieron a Sébastian, el búho.

"¿Saben que el secretito del Árbol de la Amistad está en trabajar juntos?" - dijo Sébastian mientras les guiñaba un ojo.

Los animales se dieron cuenta de que cada uno tenía algo único que aportar: Lucho podía llevar las semillas en su pequeño pico, Ana podía cavar un agujero en la tierra y Tito sabía cómo cuidar las plantas.

"¡Es hora de hacerlo!" - gritaron al unísono.

Después de mucho esfuerzo, lograron plantar las semillas en el centro del valle. Sin embargo, nada sucedió.

"Tal vez no lo hicimos bien" - dijo Ana, desanimada.

"O quizás, aún no hemos demostrado nuestra amistad" - sugirió Tito.

Entonces, decidieron sentarse juntos en círculo, cerrar los ojos y pensar en todas las cosas buenas que habían hecho juntos.

"Recuerdan cuando volamos juntos en la tormenta?" - dijo Lucho.

"Y cuando ayudamos a Rina a encontrar su hogar" - agregó Ana, llenándose de alegría.

Con cada recuerdo, la energía en el aire creció. De repente, un destello iluminó el cielo y las semillas comenzaron a brotar. Un hermoso árbol empezó a crecer en el centro del valle.

"¡Miren!" - exclamó Ana, emocionada.

El árbol era magnificente, con hojas verdes brillantes y flores de todos los colores.

"Este es el Árbol de la Amistad. ¡Gracias, amigos!" - gritó Lucho, volando alrededor de la nueva maravilla.

Desde entonces, en el Valle del Amor, siempre hubo un lugar donde los animales podían reunirse, jugar y recordar que la verdadera amistad siempre da frutos. Y así, el Árbol de la Amistad se convirtió en un símbolo de unidad y amor entre todos los seres del valle.

Cada vez que alguien se sentía triste, iba a visitar al árbol y recordaba a sus amigos. Y así, el espíritu del Árbol de la Amistad vivió por siempre en el hermoso valle del Perú.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!