El Árbol de la Amistad
Había una vez, en un pequeño pueblo, una semilla que cayó al suelo en un cálido día de primavera.
La semilla, emocionada, miraba hacia el cielo y decía: "¡Algún día voy a ser un gran árbol!"- Con el paso de los días, la semilla comenzó a germinar. Salió una pequeña raíz que se aferró al suelo y después apareció un tierno brote. "¡Mirá, estoy creciendo!"- se decía a sí misma, contenta.
Pasaron los días, las semanas y luego los meses. La semilla creció convirtiéndose en un robusto árbol que se erguía orgulloso en el centro del pueblo. Su tronco era fuerte, sus ramas se extendían hacia el cielo y sus hojas brillaban al sol. Todos los días, el árbol daba sombra a quienes pasaban y refugio a las aves que buscaban un lugar donde descansar.
Un día, un niño llamado Lucas llegó al pueblo. Era nuevo en la escuela y no tenía amigos. Caminaba solo por el parque, sintiéndose un poco triste. Al pasar por el árbol, se detuvo. "¡Qué árbol tan grande!"- pensó. Se sentó en el césped, justo debajo de sus ramas. "¿Puedo quedarme aquí un rato?"- preguntó en voz alta.
El árbol, sintiendo la necesidad de compañía, respondió en su propio lenguaje: "¡Por supuesto, querido niño! Soy el árbol de la amistad, aquí puedes descansar todo lo que quieras."-
Lucas miró hacia arriba, sorprendido. "¡Tú hablas!"- exclamó, con sus ojos abiertos como platos.
"Sí, es cierto. He estado aquí durante muchos años. He escuchado muchas historias de los niños del pueblo y he visto cómo han crecido y seguido sus sueños. ¿Cuál es el tuyo?"- preguntó el árbol con dulzura.
"Me gustaría hacer amigos en este lugar, pero no sé cómo
FIN.