El árbol de la amistad


Había una vez una niña llamada Sofía que vivía cerca de un hermoso bosque. A ella le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas, pero lo que más le fascinaba eran los árboles altos.

Un día, Sofía decidió aventurarse en el bosque en busca del árbol más alto que pudiera encontrar. Se puso su gorro y sus botas de exploradora y se adentró en el espeso bosque. Caminó durante horas, saltando sobre troncos caídos y esquivando arbustos.

De repente, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Con cautela, se acercó sigilosamente y vio a una pequeña ardilla atrapada entre las ramas. Sin dudarlo, Sofía la liberó con cuidado.

La ardilla estaba muy agradecida y decidió acompañar a Sofía en su búsqueda del árbol más alto. Juntas caminaron por el bosque hasta encontrarse con un arroyo cristalino. -¡Mira! -exclamó la ardilla-. ¡Este es mi hogar! Aquí podrás encontrar muchos árboles altos.

Sofía se asombró al ver los magníficos árboles que rodeaban el arroyo. Pero ninguno era tan alto como ella esperaba.

Entonces, la ardilla le dijo:-Si quieres encontrar el árbol más alto del bosque, debes subirte a mi espalda y volar conmigo hacia las copas de los árboles. Sofía se subió rápidamente a la espalda de la ardilla y juntas volaron por encima de los árboles.

Desde lo alto, Sofía pudo ver un árbol que se alzaba majestuosamente por encima de todos los demás. -¡Ese es el árbol más alto! -exclamó Sofía emocionada. Bajaron y la ardilla le dijo:-Sofía, has aprendido una valiosa lección. A veces, para encontrar lo que buscamos, necesitamos ayuda y explorar nuevas perspectivas.

Sofía asintió con una sonrisa en su rostro. Agradeció a la ardilla por su amistad y sabiduría.

Desde ese día, ella supo que siempre habría grandes descubrimientos esperándola si mantenía su mente abierta y estaba dispuesta a buscar ayuda cuando fuera necesario. Y así, Sofía continuó explorando el bosque con un corazón lleno de aventuras y nuevas experiencias.

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