El árbol de la amistad



Había una vez un niño llamado Mateo que asistía a un preescolar muy especial. Aunque le encantaba ir a la escuela y aprender cosas nuevas, había algo que lo entristecía mucho: no tenía amigos con quienes jugar.

Cada día, los demás niños se burlaban de él y le decían palabras hirientes. Le pegaban y lo excluían de sus juegos. Mateo se sentía muy solo, pero nunca dejaba de tener esperanzas de encontrar buenos amigos.

Un día, durante el recreo, mientras Mateo estaba sentado en un rincón del patio observando cómo los demás jugaban felices, una mariposa colorida revoloteó a su alrededor. La mariposa parecía querer decirle algo importante.

Intrigado por la presencia de la mariposa, Mateo decidió seguirla. La mariposa lo guió hacia un árbol mágico en el centro del jardín del preescolar. El árbol tenía hojas brillantes y ramas fuertes que invitaban a trepar.

Al acercarse al árbol mágico, Mateo notó que había otros niños allí también. Eran diferentes a los demás; todos ellos parecían estar tristes y solos como él. Se presentaron como Lucas, Martina y Sofía.

Lucas era muy tímido y tenía dificultades para expresarse con claridad debido a su tartamudez. Martina era nueva en el preescolar y se sentía perdida entre tantos rostros desconocidos. Sofía siempre llevaba lentes gruesos porque no veía bien sin ellos.

A medida que compartían sus historias, Mateo se dio cuenta de que todos tenían algo en común: querían tener amigos con quienes jugar y divertirse. Juntos, decidieron formar un equipo para ayudarse mutuamente a enfrentar sus desafíos. El equipo de amigos decidió reunirse todos los días debajo del árbol mágico.

Allí, jugaban juegos imaginativos, compartían meriendas y se apoyaban unos a otros. Un día, mientras estaban juntos bajo el árbol mágico, Mateo tuvo una idea brillante. Propuso organizar una fiesta sorpresa para todos los niños del preescolar.

Sería la oportunidad perfecta para mostrarles a los demás que ellos también merecían ser aceptados y tener amigos. El equipo de amigos trabajó arduamente preparando la fiesta sorpresa.

Decoraron el salón con globos coloridos y prepararon juegos divertidos para todos. Incluso hicieron una gran pancarta que decía "¡Todos somos amigos!". Llegó el día de la fiesta y los niños del preescolar quedaron asombrados al ver lo hermosa que estaba decorada la sala.

Pronto se dieron cuenta de que la fiesta era especial porque había sido organizada por aquellos niños que antes eran excluidos. Los niños del preescolar comenzaron a acercarse al grupo de amigos curiosos por saber más sobre ellos.

Lucas les explicó cómo superaba su tartamudez practicando hablar frente al espejo todas las mañanas; Martina les contó cómo había superado su timidez gracias a la ayuda de sus nuevos amigos; Sofía les mostró cómo usar lentes no era algo malo, sino que le permitía ver el mundo de manera más clara.

Poco a poco, los demás niños comenzaron a comprender que todos éramos diferentes y eso era algo hermoso. Aprendieron a valorar las cualidades únicas de cada uno y a respetarse mutuamente. Desde aquel día, Mateo ya no estaba solo.

Tenía muchos amigos con quienes jugar y compartir aventuras en el preescolar. Juntos, disfrutaban de la alegría de la amistad verdadera y se apoyaban unos a otros en los momentos difíciles.

Y así, el niño que antes estaba solo encontró su lugar especial en el corazón de sus amigos, demostrando que siempre hay esperanza cuando se tiene fe en uno mismo y en los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!