El árbol de la amistad verde
Había una vez una niña llamada Martina, a quien le encantaba llevar suéteres morados. Martina era muy creativa y siempre estaba buscando nuevas aventuras junto a sus amigas en la escuela.
Un día, mientras jugaban en el patio, se dieron cuenta de que había un árbol triste y sin hojas en un rincón. Martina sintió mucha pena por él y decidió hacer algo al respecto.
Martina se acercó al árbol y le preguntó: "¿Por qué estás tan triste?". El árbol respondió con una voz débil: "He perdido todas mis hojas porque no tengo suficiente agua para crecer". Martina sabía que tenía que ayudar. Corrió hacia sus amigas y les contó lo que había pasado.
Juntas, decidieron encontrar una solución para salvar al árbol. Primero, fueron a buscar al director de la escuela para pedirle permiso para iniciar un proyecto de reforestación.
El director quedó impresionado con la iniciativa de las niñas y les dio su apoyo total. Después, organizaron una campaña para recolectar dinero y comprar plantas nuevas. Vendieron galletitas caseras durante el recreo e incluso hicieron carteles coloridos para promocionar su causa.
Con el dinero reunido, fueron a la tienda de jardinería del pueblo y compraron varias plantas diferentes. Luego regresaron al colegio emocionadas por comenzar su labor. Martina y sus amigas se pusieron manos a la obra plantando cada uno de los arbolitos cerca del árbol triste.
Cuidaron de ellos todos los días asegurándose de que tuvieran suficiente agua y luz solar. Poco a poco, el árbol triste comenzó a recuperarse. Las hojas volvieron a crecer y el árbol se veía más fuerte y saludable que nunca.
Martina y sus amigas estaban felices de haber logrado su objetivo. El director del colegio estaba tan impresionado con la dedicación de las niñas que decidió nombrarlas "Guardianas del Medio Ambiente" en una ceremonia especial.
Les entregó un diploma y les dijo lo orgulloso que estaba de ellas. Martina y sus amigas aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.
Se dieron cuenta de que, aunque eran solo unas niñas, podían hacer una gran diferencia si trabajaban juntas. Desde ese día, Martina siguió llevando suéteres morados con orgullo, recordando siempre la historia del árbol triste al que ayudaron a florecer nuevamente.
Y así fue como Martina y sus amigas se convirtieron en inspiración para todos en la escuela, demostrando que incluso los proyectos más pequeños pueden tener un impacto significativo en el mundo.
FIN.