El Árbol de la Bondad
Había una vez en un bosque encantado, un árbol muy especial conocido como el Árbol Generoso. Este árbol era diferente a los demás, ya que siempre estaba dispuesto a ayudar a quienes lo necesitaban.
Una tarde de tormenta, una familia de pájaros se vio atrapada entre las fuertes lluvias y los truenos. Los pajaritos, asustados y mojados, no sabían dónde refugiarse. Fue entonces que el Árbol Generoso les abrió sus ramas y les ofreció protección y calor.
"¡No teman, pequeños amigos! Aquí estarán seguros hasta que la tormenta pase", dijo el Árbol Generoso con ternura. Los pajaritos se acurrucaron en las ramas del árbol y pronto se quedaron dormidos, sintiéndose protegidos por su nuevo amigo.
Cuando la tormenta finalmente cesó, los pájaros agradecieron al Árbol Generoso por su amabilidad y prometieron volver para devolverle el favor. Con el paso de los años, el Árbol Generoso siguió cumpliendo su misión de ayudar a los animales del bosque.
Les brindaba alimento con sus frutos y sombra con sus frondosas ramas. Todos los habitantes del bosque conocían la generosidad del árbol y acudían a él en busca de ayuda.
Un día, una manada de ciervos llegó al bosque huyendo de un incendio forestal. El fuego amenazaba con consumir todo a su paso y los animales estaban desesperados. El Árbol Generoso supo que era momento de actuar.
"¡Queridos amigos ciervos! Suban rápidamente a mis ramas más altas, allí estarán seguros del fuego", les indicó el árbol con voz firme pero amable. Los ciervos siguieron las indicaciones del Árbol Generoso y lograron ponerse a salvo en lo alto de sus ramas.
A medida que el incendio avanzaba, el árbol protegió a los ciervos con su sombra fresca y les ofreció frutos para calmar su hambre. Finalmente, tras horas angustiantes, el incendio fue controlado gracias al trabajo conjunto de todos los animales del bosque.
Los ciervos bajaron de las ramas del Árbol Generoso visiblemente emocionados y agradecidos por haber sido salvados. "¡Gracias querido Árbo! ¡Eres realmente generoso y valiente!", exclamaron los ciervos entre lágrimas de emoción.
El Árbol Generoso sonrió feliz al ver la alegría en los ojos de sus amigos animales. Supo entonces que su propósito en la vida era seguir ayudando desinteresadamente a quienes lo necesitaran, porque la verdadera felicidad reside en dar sin esperar nada a cambio.
Y así, la historia del Árbol Generoso se convirtió en leyenda en aquel bosque encantado donde la generosidad y la bondad eran más fuertes que cualquier adversidad.
FIN.