El árbol de la esperanza


Carlos se sentía muy preocupado. Había perdido su trabajo hace unas semanas y no había tenido suerte en encontrar uno nuevo. María, su esposa, intentaba animarlo mientras cenaban juntos. "No te preocupes tanto, Carlos.

Seguro que pronto encuentras un trabajo nuevo", dijo María tratando de calmar a su esposo. "Pero ya he enviado mi currículum a varias empresas y nadie me ha llamado para una entrevista", respondió Carlos con tristeza.

En ese momento, la pequeña hija de la pareja, Sofía, entró corriendo al comedor con un dibujo en las manos. "¡Miren lo que dibujé! Es un árbol con muchos frutos", exclamó Sofía emocionada. Carlos y María sonrieron ante el entusiasmo de su hija.

Pero Carlos seguía preocupado por su situación laboral. Sofía notó la tristeza en el rostro de su padre y decidió hacer algo para animarlo.

"Papi, ¿quieres ayudarme a plantar semillas en una maceta? Así podremos tener nuestro propio árbol con muchos frutos", propuso Sofía ilusionada. Carlos dudó por un momento pero luego aceptó la propuesta de su hija. Juntos buscaron una maceta vacía y llenaron de tierra fresca. Luego plantaron unas semillas que habían encontrado en el jardín trasero.

Los días pasaron y cada mañana Carlos y Sofía revisaban la maceta esperando ver algún signo de vida en las semillas plantadas. Un día, para sorpresa de ambos, vieron unos pequeños brotes asomándose entre la tierra oscura.

"¡Mira, papi! ¡Está creciendo!", exclamó Sofía emocionada. Carlos sonrió y se sintió un poco mejor al ver el entusiasmo de su hija. Poco a poco, los brotes se convirtieron en pequeñas plantas que crecían cada día más.

Un mes después, Carlos recibió una llamada de una empresa a la que había enviado su currículum. Le ofrecían una entrevista para un puesto que le interesaba mucho. "¡Sofía, María! Me han llamado para una entrevista de trabajo.

¡Creo que he tenido suerte gracias a nuestro árbol!", gritó Carlos emocionado. Sofía y María lo abrazaron con alegría mientras celebraban la buena noticia. Al día siguiente, Carlos fue a la entrevista y logró conseguir el trabajo.

A partir de ese momento, todos los días cuando llegaba del trabajo, Carlos revisaba junto a Sofía cómo iba creciendo su árbol frutal.

Y recordaba con gratitud cómo esa pequeña semilla había sido el inicio de un nuevo comienzo en su vida laboral y familiar.

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